Empezó dibujando comics en un diario, pero un viaje a Ibiza supone un cambio de estilo que marcaría su carrera, hasta convertirlo en un claro exponente de la pintura pop española. Con ustedes, el señor Eduardo Úrculo.
CLAUDIA PIÑEIRO Tuya Hace un mes hice un crucero por el Nilo, y de la mucha gente que uno llega a entablar conversación y una microrelación que generalmente muere en la misma despedida del aeropuerto de turno, conocía a una señora argentina con la que hablé (como no) de literatura. Intercambiamos opiniones y recomendaciones, y una de las que me lanzó fue la de Claudia Piñeiro , una escritora de Buenos Aires que se maneja con soltura en el humor negro y la ironía, trazando finas líneas entre lo gracioso y lo grotesco, consiguiendo sonrisas incómodas por parte del lector. "Tuya" fue su carta de presentación, un thriller ácido que le encantaría al mismísimo Hitchcock. El diario estaba doblado al lado de su taza, pero no lo abrió. "Mala señal, ya empieza a hacer burradas", pensé. Ernesto nunca sale de casa sin leer el diario. Y el punto número uno del decálogo del asesino perfecto es ser fiel a sus rutinas diarias. Si no, es como estar llamando la atención a la policí...
Un día me topé con la portada de un disco del grupo de neo-prog Marillion y acto seguido tuve que informarme acerca del autor de la misma. Detrás de ella estaba el ilustrador británico Mark Wilkinson (Windsor, Inglaterra, 3 de octubre de 1952) , cuyos caleidoscopios de colores captó la atención de muchos más artistas con los que ha ido trabajando con el paso de los años: desde Iron Maiden hasta Judas Priest, desde Peter Gabriel hasta Kylie Minogue, desde Robbie Williams hasta The Darkness . Mark explotó esos años en los que imperaba el vinilo y se daba una importancia capital al arte gráfico y los desplegables. ___________________________________________________________ ___________________________________________________________ MARK WILKINSON https://mark-wilkinson.co.uk/
ERNESTO SABATO Sobre héroes y tumbas “Sobre héroes y tumbas” fue la segunda novela del argentino Ernesto Sabato , publicada en 1961, trece años después de su excelso debut, “El túnel” . Para esta, una de las obras cumbres de habla hispana, Sabato venía de vuelta: maduro y sabio, filosofea sobre la la condición humana: la muerte, el sentido de la existencia, la soledad, la esperanza y la existencia de Dios. Un libro totémico que se libró de la quema, pues fue su mujer, Matilde, quien le convenció de publicarlo cuando el propio Ernesto iba a hacerlo cenizas. Ya que no bastan -pensaba- los huesos y la carne para construir un rostro, y es por eso que es infinitamente menos físico que el cuerpo: está calificado por la mirada, por el rictus de la boca, por las arrugas, por todo ese conjunto de sutiles atributos con que el alma se revela a través de la carne. Razón por la cual, en el instante mismo en que alguien muere, su cuerpo se transforma bruscamente en algo distinto, t...
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