CRÓNICA CONCIERTOS / Rock In Town

ROCK IN TOWN

TEXTO: Michi Bluesman
FOTOS: Jonathan Pérez del Río
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Parque de Las Meanas (Avilés) 
Sábado 23 de marzo de 2019
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Amanecía primaveral la jornada del sábado. Un día cojonudo para rockanrolear en el Rock In Town. Uno de esos días que la gente coge con ganas, sabiendo que el invierno ha quedado atrás y que el verano ya está más cerca. Por eso cuando llegamos al Parque de Las Meanas este estaba hasta arriba de gente, y no precisamente gente que fuese acudir al festival.
Eran las siete de la tarde cuando entramos en la carpa. Plato de mal gusto para Winchester, encargados de abrir la jornada diurna en una carpa vacía. Un ambiente que se parecía más al de una prueba de sonido que al arranque del grueso del primer festival Rock In Town, que ya había dado cuenta por la mañana de la correspondiente sesión vermú (la Antigua Pescadería se quedó pequeña para los conciertos de The Soul Jacket, The Nap y Sex Museum) y de una velada la noche anterior con Levi Parham & Them Tulsa Boys (en la Factoría Cultural), de Igor Paskual y Burning (en la carpa), así como los conciertos que se dieron en diferentes garitos típicos de la ciudad.
Pues eso, que Winchester hicieron lo que pudieron a base de guitarrazos, haciendo todo el ruido posible para que la gente que fuese a acudir al festival escuchase la llamada del Rock & Roll. Pero entre lo temprano que era y el pedazo de día que hacía, la gente no tenía ninguna prisa por levantarse de las terrazas. A medida que el trío empezaba a entonarse comenzó a aparecer la gente, muy poquito a poco. Viendo a Winchester me vino un flashazo del día que les vi en El Paso (aquel templo que tanto echamos de menos) y la verdad que les recordaba con un sonido más Bluesy. Con los años se fueron alejando del Mississippi para virar hacía los terrenos del Hard Rock. Finalizaron con “Black Mamba” (un artefacto sonoro donde tiran de Slide y se empapan de sonidos del Delta) y de todos los trajes que se probaron, este es quizás el que mejor les sienta.






Los Deltonos volvían a Avilés con nueva referencia bajo el brazo (“Fuego”, su decimocuarto trabajo) y si aquella noche Hendrik Röver y los suyos se mostraron un poco sosetes, en esta ocasión ofrecieron una versión mucho más activa de sí mismos, espoleados por un entregado Pablo Z Bordas al bajo. Estos artesanos del Rock & Roll tienen mucha mili a sus espaldas: son buenos músicos y finos en la ejecución, entrelazan bien y con buen gusto, pero hay “algo” que impide que brillen y triunfen como otras bandas de su generación. A pesar de congregar siempre a un buen número de fieles, parece que Los Deltonos se han quedado a medio camino del éxito. Aunque depende de lo que entendamos (o entiendan ellos por éxito). Seguir en la carretera tras tantos años y en tan buena forma ya es para sacar pecho.






Uno de los nombres sorprendentes de esta primera edición del Rock In Town era el de Ana Popovic, una Blues Woman tan talentosa como fría sobre un escenario. Tiene una presencia indiscutible sobre las tablas, aunque no la explote. Ayudada por una base rítmica explosiva (Cedric Goodman a la percusión, Buthel Burns al bajo) y por Michele Papadia a los teclados, Ana sigue la senda de los Bluesmen de los que tanto ha aprendido: desde Jeff Beck hasta su guitar hero Stevie Ray Vaughan, pasando por el faro que más alumbra en la actualidad, Joe Bonamassa. El sonido de la banda es poderoso (y demasiado alto) pero Ana peca de lo mismo que pecan muchos músicos de Blues Rock actual: sobredosis de notas en los solos, demasiada exposición al virtuosismo. Y la línea que separa lo brillante de lo pesado a veces es muy delgada.






No daba un duro por Gran Cañon (ese supergrupo que hace versiones de clásicos del Rock) cuando les vi este pasado verano en directo, como tampoco lo daba en esta ocasión por Tarque al frente de su nuevo proyecto. En ambas ocasiones, y sin ningún motivo aparente, iba con las expectativas bajas y quizás por ello la sorpresa fue doblemente agradable.

La banda que escolta a Tarque es la crème de la crème del Rock nacional (los bautizados en esta aventura como La Asociación del Riff: Carlos Raya a la guitarra, Chapo al bajo, Coki Giménez a la batería) y suenan como un misil. Normal que la cosa funcione por sí sola.

Funcionando con la fuerza de un martillo pilón y la precisión de un metrónomo, interpretaron un repertorio que gravitaría sobre el disco de debut en solitario del vocalista de M-Clan pero que escondería sorpresas muy agradables, como rescatar de su banda dos joyitas como “Se Hizo De Noche Cuando Te Conocí” o “Calle Sin Luz”, así como algunas versiones maravillosas (fantástica el “Evil” de Cactus, españolizada en este caso como "Peligro"; y buen detalle acordándose de una leyenda que se retira como Rosendo con "¡Qué Desilusión!" de Leño. Tarque parece estar en plenitud, pletórico a la voz e hiperactivo sobre el escenario. Y con él en ese estado de forma y la calidad de los músicos que le escoltan es normal que el suyo fuese el bolazo del festival, dejando el listón muy alto para los que venían a continuación.










Presión para Ilegales, unos tipos que nunca se amedrentaron ante nada, y ahora, a sus años, no iban a empezar a notar el tembleque de piernas. Con el cuchillo entre los dientes, y siempre alejados de lo políticamente correcto, no hablaron mucho entre canciones, porque como dice Jorge, las letras ya tienen suficiente mensaje para masticar.
Ilegales han hecho carrera en tierra de nadie: no eran Punks ni Rockers, pero eran más macarras que nadie. Y da la sensación de que más de 30 años después, siguen siéndolo. Pueden gustarte más o menos, pero a pesar de la edad siguen sonando apabullantes y con una personalidad arrolladora. Empalmaron temas de su nueva cosecha (los extraídos de su último largo, "Rebelión", lanzado el año pasado) con sus himnos de siempre ("Hola Mamoncete", "Soy Un Macarra", "Bestia, Bestia") dando al público ni más ni menos que lo esperado. Que no es poco.










Estaba especialmente motivado para ver a Nikki Hill, pues recordábamos con nitidez aquel bolazo que dio hace un año en la Sala Albeniz de Gijón. Sin embargo, el cansancio acumulado hizo mella, y tras el concierto de Ilegales se produjo una desbandada importante. Entre eso, y que la selección del repertorio no fue la más afortunada (pasadas las 2 de la mañana no puedes meter muchos medios tiempos, pues a esas horas caen a plomo sobre el personal) hizo que nos fuésemos con mal sabor de boca. Y más sabiendo lo que Nikki es capaz de ofrecer. Además, había que descansar para coger fuerzas para el vermú del domingo, donde actuarían los Trash-Tornados, Nat Simons y Kim Lenz, que a la postre se coronó con uno de los conciertos de esta primera edición del Rock In Town, que esperemos y deseamos sea la primera de muchas.   









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Antigua Pescadería (Avilés) 
Domingo 24 de marzo de 2018
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 Los Trash-Tornados, desde Mieres destilando buen Rockabilly, Swing y R&B.


 La sonrisa y el brillo en los ojos de alguien que disfruta sobre un escenario, Nat Simons.

 Daniel Álvarez se marcó un doblete: primero con Nat Simons y luego con Kim Lenz

 Kim Lenz, a caballo entre Wanda Jackson y Barbara Pittman. De lo mejor del festival. 


  
 Mario Cobo, toda una vida al servicio del R&R y un acompañante perfecto para Kim Lenz


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