LITERATURA / Miguel de Unamuno

MIGUEL DE UNAMUNO
Niebla


Escrita por Miguel de Unamuno en 1907, y publicada siete años después, "Niebla" no solo es una de las cimas del escritor de Bilbao, sino una obra cumbre en la literatura española. Unamuno definió su obra como una novela malhumorada, pero lo cierto es que es uno de esos libros que, tras leerlo, deja poso. "Soy luego dudo"

Señorita: Esta misma mañana, bajo la dulce llovizna del cielo, cruzó usted, aparición fortuita, por delante de la puerta de la casa donde aún vivo y ya no tengo hogar. Cuando desperté, fui a la puerta de la suya, donde ignoro si tiene usted hogar o no lo tiene. Me habían llevado allí sus ojos, sus ojos, que son refulgentes estrellas mellizas en la nebulosa de mi mundo. Perdóneme, Eugenia, y deje que le dé familiarmente este dulce nombre; perdóneme la lírica. Yo vivo en perpetua lírica infinitesimal. 
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Casi todos los hombres nos aburrimos inconscientemente. El aburrimiento es el fondo de la vida, y el aburrimiento es el que ha inventado los juegos, las distracciones, las novelas y el amor. La niebla de la vida rezuma un dulce aburrimiento, licor agridulce. Todos estos sucesos cotidianos, insignificantes; todas estas dulces conversaciones con que matamos el tiempo y alargamos la vida, ¿qué son sino dulcísimo aburrirse?

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Probablemente no nace el amor sino al nacer los celos; son los celos los que nos revelan el amor. Por muy enamorada que esté una mujer de un hombre, o un hombre de una mujer, no se dan cuenta de que lo están, no se dicen a sí mismos que lo están, es decir, no se enamoran de veras sino cuando él ve que ella mira a otro hombre o ella le ve a él mirar a otra mujer. Si no hubiese más que un solo hombre y una sola mujer en el mundo, sin más sociedad, sería imposible que se enamorasen uno de otro. Además de que hace siempre falta la tercera, la Celestina, y la Celestina es la sociedad. 

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- Habrás oído que en este mundo no hay sino devorar o ser devorado....
- Sí, burlarse de otros o ser burlado. 
- no; cabe otro término tercero y es devorarse uno a si mismo, burlarse de sí mismo uno. ¡Devórate! El que devora, goza, pero no se harta de recordar el acabamiento de sus goces y se hace pesimista; el que es devorado sufre, y no se harta de esperar la liberación de sus penas y se hace optimista. Devórate a ti mismo, y como el placer de devorarte se confundirá y neutralizará con el dolor de ser devorado, llegarás a la perfecta ecuanimidad de espíritu, a la ataraxia; no serás sino un mero espectáculo para ti mismo. 

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- Bueno, dejémonos de esos sentires y vamos a otra cosa. Cuando un hombre dormido e inerte en la cama sueña algo, ¿qué es lo que más existe: él como conciencia que sueña, o su sueño?
- ¿Y si sueña que existe él mismo, el soñador? -le repliqué esta vez. 
- En ese caso, amigo don Migue, le pregunto yo a mi vez: ¿de qué manera existe él, como soñador que se sueña, o como soñado por si mismo? 

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