VIAJES / Egipto
En el extremo nororiental de África -limítrofe con Sudán, Libia, Israel o la Franja de Gaza-, Egipto, a pesar de estar rodeada de conflictos, sigue fascinando a turistas de todo el mundo por su misteriosa complejidad y su extensa mitología. Porque a fin de cuentas, lo que Egipto ofrece no te lo puede ofrecer ningún otro país en el mundo: esfinges, faraones, jeroglíficos, pirámides..., los 6.666 kilómetros del Nilo (el segundo río más largo del mundo, solo por detrás del Amazonas) atraviesan el desierto del Sáhara de sur a norte.
Era la primera vez que me embarcaba en un viaje organizado por una agencia, y yendo a ciegas, sin visionar nada de antemano, me fui encontrando con templos y yacimientos majestuosos, con monumentos colosales y con leyendas que te invitaban a adentrarte en un viaje de película: las pirámides de Guiza, la Gran Esfinge, Abu Simbel, el Valle de los Reyes, el templo de Karnak...
Durante sietes días, interrogué a bocajarro a nuestro guía sobre cualquier tema, desde política o religión, hasta educación y cultura.
- Supongo que aquí el fútbol es el principal deporte ¿no?
- Para nada, el principal deporte aquí es el sexo.
Callejear por El Cairo (una ciudad que cuenta con una población de más de 22 millones de habitantes, casi la mitad de toda la población española concentrada en una sola ciudad) y cruzar las carreteras es algo que hay que hacer para empezar a mimetizarse con su ritmo. El asfalto es una jungla tal, que hace que el tráfico en Estambul parezca incluso civilizado: cinco niños en moto sin casco serpenteando entre todo tipo de vehículos tuneados con luces de neón a cual más estrambótica. Los conductores tienen que imaginarse por qué lado van a ser adelantados, ya que no hay un patrón lógico y los intermitentes están de adorno.
Alejandría -la histórica ciudad fundada por Alejandro Magno- es la segunda en cuanto población en todo el país y es incluso más caótica que la primera. De la antigua urbe solo quedan recuerdos enterrados: ya no existe el faro que en su día fue una de las siete maravillas del antiguo mundo, ni tampoco la biblioteca más famosa del planeta, quemada por completo.
Luxor, ubicada sobre las ruinas de la ciudad de Tebas, sí que ofrece un poco más de coherencia, y el templo de la ciudad es uno de los más impresionantes, especialmente cuando se pone el sol y comienza a iluminarse con focos.
Tras siete días maratonianos y con horarios más propios de soldados que se entrenan en la Marina, el crucero por el Nilo y todas las visitas que esto conlleva merece bien la pena. Uno de esos viajes que hay que hacer una vez en la vida.
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