CRÓNICA One Hand Man´s Band + Daddy Long Legs + Guadalupe Plata

ONE HAND MAN´S BAND
DADDY LONG LEGS
GUADALUPE PLATA
Sala Whippoorwill (Oviedo)
23 de mayo de 2014

El sello Folc Records soplaba 5 velas, y para celebrar este 5º aniversario se han propuesto celebrarlo como se merece la ocasión: con música en directo. Madrid, Liérganes y Oviedo son las sedes elegidas para tal ocasión. Un servidor estuvo en esta última, celebrada en la mítica sala Whippoorwill. Y que cumplan muchos más. 



Se palpaba buen ambiente en las puertas de la Whippoorwill. No era para menos, el cartel lo merecía. Aunque en el mismo figuraran Islas Marshall, finalmente acabó viniendo sólo su guitarrista Nacho Castañón, o lo que es lo mismo, su proyecto en solitario como hombre orquesta. En One Hand Man´s Band él se lo guisa y él se lo come con una guitarra, un bombo y unos platillos con una pandereta añadida. No es lo mismo que Islas Marshall (a los que definieron con acierto como unos Black Keys borrachos y sin dinero) pero es imposible no alabar lo valiente de la propuesta de un One Man Band, una rara avis capaz de calentar al público estando solo ante el peligro.

 

Ya estábamos avisados de los directos de Daddy Long Legs. Salvajes y primitivos, pero con un gusto tan exquisito como sus vestimentas. Una puesta en escena que les ha llevado a tocar con leyendas como los Sonics, o ser banda de acompañamiento de T.Valentine. Los de Nueva York arrasan allá donde van gracias a su cruda forma de ver el blues. El trío formado por el propio Daddy (voz, armónica y guitarra), Murak Akturk (guitarra) y Josh Syles (batería) invocan los espíritus de Screamin`Jay Hawkins, Chuck Berry, o Bo Diddley sin perder un ápice de autenticidad a base de artefactos sonoros que van desde el blues más grasiento hasta el punk, y que tan pronto me recuerda a unos Five Horse Johnson en miniatura como a unos Jim Jones Revue más contenidos. Se suceden los temas de su debut (a puntito de salir su segundo largo este 2014) y los “I Feel So Electric”, “You`ll Be Mine”, “Death Train Blues” o “Evil Eye” hacen las delicias de los presentes. Y en el ambiente reina el blues, de Chicago, del Delta. Y el Boogie. Y el Rock And Roll. Y el Hillbilly. Y todo nos suena de maravilla. Muy recomendables.


 


Llegaba el turno de Guadalupe Plata, que se han ganado a pulso el éxito del que gozan a día de hoy. Hace nada consiguieron el Premio Impala a Mejor Disco Independiente Europeo, y al otro lado del charco su nombre suena como grupo al que seguir. Y claro, había cierta expectación. Unos por disfrutar nuevamente de su indescriptible directo. Otros, por ver si este era para tanto. Y lo cierto es que no fue una de esas noches. 


Salen los de Úbeda a la palestra sin hacer ruido, y como siempre, sin dirigir al público palabra, si acaso un leve gesto de cortesía y agradecimiento con la cabeza. Se suceden los chupidos pero los Guadalupe tardan en entrar en calor. A la tercera, con “Rata”, comienza a apreciarse cierto movimiento, pero la cosa no acaba de incendiarse. 

Es de elogiar que los Guadalupe hagan de cada concierto una historia totalmente diferente, pues sus constantes improvisaciones hacen que cada canción sea un mundo aparte. Sabedores de ello, y de que es una de sus señas de identidad, quizás abusen un poco de ello (o solo fuera ayer, quién sabe) y se pierden en viajes psicodélicos, duros y pantanosos, tanto, que a la audiencia le cuesta salir del lodo. Y a pesar de todo esto, su música sigue imponiéndose poco a poco, inundando la sala, y te dejas llevar, relajas tus defensas, y esta se va a apoderando de ti, y comienzas a moverte como lo hace el resto, instintivamente. 

La Whippoorwill ya tiene otra temperatura, y los que todavía tienen fuerzas en el cuerpo, responden. Los demonios, el vudú, la magia negra, el polvo del desierto, el ritmo del diablo. No se ve, no se palpa, pero sabes que está ahí. Y llegan el “Boogie De La Muerte",  “Milana”, “Lorena”, “Esclavo” y el desmadre absoluto de “Baby, Me Vuelves Loco”, y cuando Perico de Dios (guitarra, voz), Carlos Jimena (batería) y Paco Luis Martos (barreño, bajo) aceleran son capaces de poner a bailar hasta a los muertos. Incluso cuando no es una de sus mejores noches. 

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