CRÓNICA CONCIERTOS / Radio Moscow + Kaleidobolt
RADIO MOSCOW
+ KALEIDOBOLT
Sala Acapulco (Gijón)
29 de septiembre de 2017
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TEXTO y FOTOS: Jonathan Pérez del Río
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El orbayu que caía sin tregua del pesado
cielo gris plomizo invitaba a sofá y manta, dando la bienvenida a las noches
otoñales. Sin embargo, el Rock&Roll no entiende de partes meteorológicos, y
si hay concierto, pues se acude a la llamada.
Con una
puntualidad a la que no estamos acostumbrados por estos lares, asomaban los
teloneros, un trío finlandés que responde al nombre de Kaleidobolt, quienes
ante semejante estampa, y ante una sala casi vacía, optaron por la premisa más
sencilla: a fuego desde el minuto uno.
Fue el suyo un show
accidentado (el pie de micro del guitarrista parecía tener vida propia), en el
que ni sus florituras a los instrumentos, ni las piruetas estilísticas conseguían
tener el efecto deseado. Un derroche que a partir de la tercera canción
resultaba excesivo, un caos sonoro de Stoner y Rock Progresivo que, vaya usted a saber porqué, me recordó a
la novela “Rayuela” de Julio Cortázar, ese ir hacia delante para volver atrás, y
repetir el proceso hasta acabar atolondrado, deseando llegar al final del
último capítulo, que en este caso vino a ser la versión que se marcaron del “21st
Century Schizoid Man” de King Crimson.
Si con
Kaleidobolt tuve la sensación de estar leyendo el “Rayuela” de Cortázar, cuando
arrancaron Radio Moscow, el cambio fue tal que pensé que estaba ante “El
Alquimista” de Paulo Coelho, y eso que el trío de Iowa no son precisamente de fácil
digestión. “New Beginning”, canción que da título (y abre) su nuevo trabajo,
fue la encargada de abrir también su concierto. Un nuevo comienzo que en
realidad no lo es, pues la fórmula sigue siendo la misma. ¿Para qué cambiarla
si la cosa funciona?
Comprobamos como suenan en vivo cortes de su nueva cosecha
como “Woodrose Morning”, “Driftin’”, “Last To Know” o “Pacing”, que empastaban
perfectamente con sus más conocidas, véase “Broke Down”, “250 Miles/Brain
Cycles” o “The Escape”. El sonido marca de la casa está ahí: ese Hardrock
psicodélico empapado del Blues más lisérgico, siempre al galope, a caballo
entre Hendrix y Cream.
Es imposible
discutir las habilidades de sus tres integrantes. La base rítmica formada actualmente
por el bajista Anthony Meier y el batería Paul Marrone suena poderosísima desde
el comienzo, no así la guitarra de Parker Griggs, quien sufrió en las primeras
canciones por encontrar su propio sonido, algo habitual en esta sala, pues el contraste
con respecto a las pruebas de sonido (la sala vacía – la sala con gente) es aquí especialmente conflictivo. Tras el tanteo, y una vez que Parker se encontró cómodo, Radio Moscow
pusieron la directa y funcionaron como acostumbran, como esa locomotora que
parece estar siempre a punto de descarrilar.
Tal y como hicieron
hace un par de añitos en su anterior visita, y con precisión de cirujano, a los
90 minutos se retiraron a los camerinos. Hubo un tema a modo de bises, y me
consta que estaban dispuestos a ofrecer otro de propina, pero al ver que el personal
no mostraba mucho entusiasmo, los que pasaron del tema fueron ellos. “Cochise”
de Audioslave comenzó a atronar en los altavoces dando como finalizada la
velada. Al salir, el cielo seguía igual de plomizo que al entrar.
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