CRÓNICA CONCIERTOS / Rufus T.Firefly
RUFUS T.FIREFLY
La Salvaje (Oviedo)
14 de diciembre de 2018
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TEXTO y FOTOS: Jonathan Pérez del Río
De sobra es sabido el poder que puede ejercer la música sobre las personas. Si tienes un día jodido, no se me ocurre mejor medicina que la música, y los conciertos son un hábitat idóneo para evadirse y dejar todo de lado. Y si en la ciudad están Rufus T.Firefly la tentación de coger una vía de escape es aún mayor, pues estos chicos ofrecen un billete de ida hacia donde tú estés dispuesto a dejarte llevar.
Los de Aranjuez aparcaban el jueves la nave nodriza en La Salvaje (sala con una programación envidiable que se lo
curra como pocas en el Principado, y en la que el que esto escribe se siente
como en casa gracias al trato recibido en cada visita) con todos los billetes comprados.
Ya en la prueba de sonido la cosa
sonaba acojonante. La delicada "Alone In Kyoto" de Air hizo las veces de intro mientras los músicos buscaban su espacio en el escenario, y cuando estos atacaron con el primer tema, se escuchó al unísono un enorme “oh”, viéndose la peña
sorprendida por el juego de luces: sencillo pero efectivo. El técnico
que se puso a los mandos se convirtió en un miembro más de la banda
aportando su saber hacer para construir atmósferas (aún) más oníricas.
Rufus T.Firefly te invitan a un
viaje lisérgico apto para todos los públicos (psicodelia suave: melodías luminosas, agradables y envolventes) donde ellos son
los conductores, marcando los tiempos, el ritmo, la energía a canalizar en cada
momento. Durante el concierto te van moldeando hasta hacerte llegar al cenit, o a uno de ellos, como por ejemplo “Pompeya”, que si en el disco suena tremenda, en directo es apabullante.
“Nebulosa Jade” no esconde las influencias que
se palpan en su música: “Eres la guitarra que llora de Harrison / la psicodelia
de Pink Floyd / eres la pegada de John Bonham /eres la voz de Tom Yorke”. Led Zeppelin, Radiohead, The Beatles o Pink Floyd. En la actualidad, es fácil pensar en Tame Impala o Temples.
Por mucho que enfoquemos hacia el escenario en busca de los músicos, cegados por las luces, de ellos solo vislumbramos sus siluetas, como cuando llegan los extraterrestres a nuestro planeta en las películas de ciencia ficción. Aunque Victor Cabezuelo este omnipresente (canta, se ocupa de los teclados, y con su guitarra y su colección de pedaleras escupe sonidos alienígenas) es fácil que las
miradas se vayan hacia Julia Martín-Maestro, el verdadero pulmón del grupo.
Julia te machaca incesantemente con un ritmo hipnótico, consiguiendo un sonido
de batería especial y reconocible a kilómetros de distancia. Victor y Julia se bastarían para construir un universo sonoro, pero es que además, están bien acompañados por Miguel de Lucas (al bajo), Carlos Campos (a la guitarra) y Rodrigo Cominero (a los teclados), quienes no dejan de producir atmósferas compulsivamente .
Hacer psicodelia en nuestro país y defender la propuesta en castellano es, más
que de valientes, de kamikazes. Rufus T.Firefly han arriesgado desde que debutasen hace una década con “My Synthetic Heart” y, tras años en la palestra, han ganado, consiguiendo que las salas de la península se
les queden pequeñas.
Precisamente por su propuesta el mérito es doble. Quizás nunca se les coloque en la primera división nacional (aunque ya lo estén), y eso es lo que hará de ellos un grupo
de culto inolvidable. Maestros en el arte de compartir emociones.
Atrona "Río Wolf" anunciando un final épico. Hace tiempo que el personal está flotando y nadie se acuerda de lo que es tocar el suelo. Es hora de volver a la tierra.
Haceros un favor: ir a verles. Porque, parafraseando la letra de una de sus canciones: me gustaría que sintieseis lo que yo sentí.
Atrona "Río Wolf" anunciando un final épico. Hace tiempo que el personal está flotando y nadie se acuerda de lo que es tocar el suelo. Es hora de volver a la tierra.
Haceros un favor: ir a verles. Porque, parafraseando la letra de una de sus canciones: me gustaría que sintieseis lo que yo sentí.
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