CRÓNICA CONCIERTOS / Los Zigarros
LOS ZIGARROS
Sala Acapulco (Gijón)
Viernes 3 de junio 2016
Mi primera (y única) toma de contacto con Los
Zigarros había sido como teloneros de Fito, y tengo que reconocer que, para el
que esto escribe, ellos eran el reclamo de la noche. La excelente carta de
presentación que supuso su debut me hacía tenerles especiales ganas. Sólo
faltaba comprobar cómo lo defendían en directo, a pesar de que aquella noche no
tocaban en su plaza (son más de sala que de pabellón) ni ante su público.
Lo de anoche era harina de otro costal. Nuevo disco
bajo el brazo (todo lo que apuntaban lo apuntalan en “A Todo Que Sí”) y la sala
para ellos solitos: su hábitat y su público. La buena acogida en los conciertos
previos (lleno o casi lleno) no se repitió en Gijón, donde hubo media entrada. Quizás
esa falta de ambiente fue el motivo de que saliesen 20 minutos tarde a escena.
Los que la conocen saben que la sala Acapulco es
peliaguda. Una cosa es hacer la prueba de sonido con ella vacía y otra cuando el
personal empieza a revolotear por allí. El sonido cambia radicalmente lo que
obliga a ajustar sobre la marcha. “A Todo Que Sí” (canción que da título y abre
su último largo, y con la que suelen prender la mecha en directo) sirvió de
calentamiento, y con los problemas técnicos ya solventados, “Baila Conmigo” ya
sonaba a gloria.
A partir de ahí, Los Zigarros dieron una master
class de Rock And Roll. Los amplis escupían sonidos conocidos por todos: rock
canalla y callejero a la argentina (“No Obstante Lo Cual” o “¿Qué Harás, Amor?”
rezuman a Tequila o Los Rodríguez) y a la española (“Desde Que Ya No Eres Mía”
lleva el sello de Carlos Raya –productor de sus dos discos- y perfectamente
podría estar en el repertorio de M-Clan); influencias patentes de rock and roll
más tradicional y anglosajón (“Hablar, Hablar, Hablar” comienza con ese sonido
tan Chuck Berry), guiños a los Stones y a AC/DC (especialmente cuando deciden
endurecer su sonido a través del bajo musculoso de Nacho Tamarit) e incluso
algún ramalazo a los Queens Of The Stone Age (con hipnóticos ritmos de la
percusión de Adrián Rives, como en “Tenía Que Probar”, la canción en la que más
se desmarcan de sus directrices); y Punk (“Suena Rock & Roll” es una orgía
entre Green Day y los Ramones).
Los hermanos Tormo saborean el feedback con el público. Ovidi (a la voz y a la guitarra rítmica) más
comedido que su hermano Álvaro, quien puede desatarse (y lo hace) como guitarra
solista. Su compenetración está fuera de toda duda, pero sólo se buscan en “Dispárame”,
cuando entran en un pequeño pique de guitarras que ayuda a caldear la recta
final.
A la hora y media de show la banda se retira al
camerino pero las sirenas que suenan de fondo nos alertan del bis que falta,
¡¡¡y qué bis!!! “Dentro De La Ley”. Uno de los HITS (así, en mayúsculas) del
año dentro del rock nacional y el colofón perfecto para una noche de puro rock and roll. Una noche en la que Los Zigarros han aclarado dos premisas: se
puede hacer buen rock en castellano aunque sea ignorado en las radio fórmulas
comerciales.
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