CRÓNICA CONCIERTOS / Pristine

PRISTINE
Factoría Cultural (Avilés)
Sábado 25 de enero de 2020
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TEXTO y FOTOS: Jonathan Pérez del Río
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Le costó despertarse al 2020, al menos en lo que a conciertos se refiere. Muchos nos manteníamos a la espera de un señor concierto que nos quitara las legañas, y la visita de los noruegos Pristine se antojaba un plan muy apetecible. 

Los de Tromsø inauguraban la nueva temporada del ciclo musical Factoría Sound, y lo cierto es que a falta de tan solo veinte minutos para el concierto, el asunto no pintaba nada esperanzador, con un ambiente desangelado y media docena de personas en la sala. Afortunadamente, justo antes de comenzar el bolo, y en perfecta sincronización, llegaron el resto de asistentes casi de golpe hasta completar una entrada muchísimo más digna. De todos modos, lo que para mí podría ser una atmósfera gélida, para ellos, viniendo de Escandinavia, bien podría parecerles mediterránea.  



Pristine no dieron tiempo ni a que el aire se calentase y atacaron con "Road Back To Ruin" (canción que da título a su quinto y último largo) y enseguida nos empezaron a sobrar las prendas. 

De ahí hasta el final, y durante unos noventa minutos, el cuarteto fue llenando el aire que respirábamos de hard rock psicodelico con aromas setenteros, y de blues lisérgico, atiborrándonos con metergolina hasta alcanzar sus mismas pulsaciones. 


Una vez completada la simbiosis entre la banda y el público, el show comenzó a elevarse. La vocalista Heidi Solheim estuvo imperial, irradiando una energía contagiosa, y Espen Jakobsen aprovechaba la menor ocasión para cobrar protagonismo con sus efectos de guitarra -sin florituras, efectivo en el sonido que quería transmitir-. 





Mientras Gustav Peder Eidsvik (al bajo) y Ottar Tøllefsen (a la batería) les miraban de soslayo, guitarrista y vocalista alcanzaron su mejor versión con "No Regret", una pieza lenta y sinuosa, que nos fue embrujando durante su extenso desarrollo, evaporando los decibelios hasta conseguir ese silencio tan preciado en este tipo de conciertos, dándonos así uno de esos momentos maravillosos que nos hacen cogerle encanto a las salas pequeñas en estas frías noches de invierno. Noches en las que podemos disfrutar de grupazos como Pristine a escasos metros, viendo como sudan, como respiran, y todo con esa comodidad que echaremos en falta en los macrofestivales veraniegos. 


Se cocinaba una recta final tremenda con dos de sus artefactos sonoros más explosivos ("Sinnerman" y "Derek"), y aún caerían otras dos más de propina que fueron recibidas con júbilo: el clasicazo de King Crimson "21st Century Schizoid Man" (como dijo Heidi, una de sus canciones favoritas de siempre de una de sus bandas favoritas) y "Bottie Call", cañonazo de mecha corta ideal para poner el cierre en lo alto.

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