LITERATURA / Manuel Vázquez Montalbán
MANUEL VÁZQUEZ MONTALBÁN
Galíndez
Con "Galíndez", Manuel Vázquez Montalbán consiguió el Premio Nacional de Narrativa en 1991, y un año después, el Premio Europa-Literaria. Cosecha nada despreciable para esta crónica del secuestro de Jesús de Galíndez, representante del Gobierno Vasco en el exilio ante el Gobierno de Estados Unidos. Una mezcla perfectamente hilada entre novela política y thriller histórico que supuso la consagración de Montalbán más allá de la serie protagonizada por Pepe Carvalho.
Se ríe y recupera la verticalidad para enfrentarse una vez más al panorama desde la ventana, panorama al que arroja tres latas vacías que surcan los aires y mueren sin alcanzar el horizonte. (...) Camina acelerado hacia la terminal del metro de High Station Brooklyn y atraviesa la noche sumergida del canal, (...) callejea ganado por la bonanza del día, entre (...) turistas sorprendidos ante este escenario de repente europeo y lleno de mitos de jazz y literatura, con una retícula caprichosa de calles que nada tienen que ver con el Manhattan construido con tiralíneas. Por estas calles pasearon Edgar Allan Poe, Melville, Henry James. En Washington Square florecen los happenings y el payaso negro rodeado de curiosos apacibles, coexiste con el ciclista acrobático y los punkies claveteados sin otro público que ellos mismos.
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Los servicios secretos dominicanos tenemos que usar la imaginación donde no llega el dinero. El dinero nos lo gastamos comprando el silencio de los poderosos. Nosotros luchamos con una mano y con la otra llenamos el buche de altísimos políticos, incluso en Estados Unidos. Es la estrategia del pobre. Ya tiene un cuadro completo de la situación y hágase una composición del lugar.
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El oficial lleva entre sus manos algo que es tuyo, un ejemplar mecanografiado de "La era de Trujillo" y lo sostiene con un celo especial, el que se tiene ante un material explosivo o ante una víscera recién arrancada o a punto de injertar. Una víscera. Tu corazón. Tu corazón está aterrado y en su temor a morir se revuelve en la caja de tu pecho magullado.
(...) Y empieza a leer, según unos puntos señalados por largas tiras de papel que irán cayendo al suelo como pétalos de la rosa de la muerte.
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Se tumbó cara al suelo para contemplar mejor el panorama humano, mientras arrancaba briznas de hierba aún frescas por el riego o la humedad de la brisa marina. (...) Todo el mundo representaba la farsa de la felicidad en libertad y sólo las muchachas a la medida de Miami parecían autocontener su esplendor dorado, como hechas de un material precioso apenas cubierto por sujetadores pretexto y tangas restallantes sobre la piel frontal del culo. Arrastró la tumbona bajo la sombra de una palmera y censó los cuerpos que alcanzaba su vista. Al rato había seleccionado cuatro mujeres estimulantes, tres mujeres y una muchacha, todas acompañadas, porque nunca había detectado una mujer estimulante que no fuera acompañada. ¿Dónde ocultan las mujeres espléndidas su soledad? ¿O es que no la tienen? ¿Se estaba comportando como un perfecto comerciante extravertido de Seattle o como un tímido, mirón, ex profesor de aprendidas y perdidas sabidurías asomado a la excepción de la norma de su vida? Tumbado se sentía aplastado por su propia edad.
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Hasta te habían llegado a cargar los poemas de Neruda, la impotencia de tanta lírica amenazante y amenazada. Pero ¿y los muertos sin sepultura y sin memoria? ¿Esa fosa común universal y secular que jamás se alza contra los asesinos, que solo pagan por los muertos con rostro, nombre y apellido? (...) Hay que saber conformarse en un momento dado con lo que te han quitado del Todo para que no te dejen en la Nada.
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