LITERATURA / José Saramago

JOSÉ SARAMAGO
El hombre duplicado



¿Cómo saber quiénes somos? ¿En qué consiste la identidad? ¿Qué nos define como personas individuales y únicas? ¿Podemos asumir que nuestra voz, nuestros rasgos, hasta la mínima marca distintiva, se repitan en otra persona? ¿Podríamos intercambiarnos con nuestro doble sin que nuestros allegados lo percibiesen? En “El hombre duplicado” -novela que inspiró la película “Enemy” de Denis Villeneuve- José Saramago conjuga lo policial con la indagación profunda sobre la identidad humana en una ida de olla maravillosa en la que los párrafos fluyen sin signos de interrogación ni con las estructuras tradicionales del diálogo. Puede que por momentos el portugués se pierda en sus devaneos, aunque el final merece con creces un pequeño esfuerzo.


…además, Suponiendo que haya una persona que es una copia tuya, o tú una copia suya, y por lo visto la hay, no tienes ninguna obligación de ir a buscarla, ese tipo existe y tú no lo sabías, existes tú y él no lo sabe, nunca os visteis, nunca os cruzasteis en la calle, lo mejorq eu puedes hacer es, Y si me lo encuentro un día de éstos, si me cruzo con él en la calle, interrumpió Tertuliano Máximo Afonso, Vuelves la cara hacia otro lado, ni te he visto ni te conozco, Y si él se dirige a mí, Con que tenga un ápice de sensatez hará lo mismo. No se les puede exigir a todas las personas que sean sensatas, Por eso el mundo está como está.

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Todo sabemos que cada día que nace es el primero para unos y será el último para otros, y que, para la mayoría, es sólo un día más. Para el profesor de Historia Tertuliano Máximo Afonso, este día en que estamos, o somos, no habiendo ningún motivo para pensar que vaya a ser el último, tampoco será, simplemente, un día más. Digamos que se presentó en este mundo como la posibilidad de ser otro primer día, otro comienzo, y por tanto apuntando hacia otro destino. Todo depende de los pasos que Tertuliano Máximo Afonso dé hoy. Sin embargo, la procesión, así se decía en los antiguos tiempos, todavía está saliendo de la iglesia. Sigámosla.

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Es de todos conocido, sin embargo, que la enorme carga de tradición, hábitos y costumbres que ocupa la mayor parte de nuestro cerebro lastra sin piedad las ideas más brillantes e innovadoras de que la parte restante todavía es capaz, y si es verdad que en algunos casos esa carga consigue equilibrar desgobiernos y desmanes de la imaginación que Dios sabe adónde nos llevaría si los dejáramos sueltos, también es verdad que con frecuencia, ésta tiene artes de reducir sutilmente a tropismos inconscientes lo que creíamos que era nuestra libertad de actuar, como una planta que no sabe por qué tiene siempre que inclinarse hacia el lado de dónde le viene la luz.

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Quédate, vamos a mi casa, ella se desprendió suavemente y dijo, Hoy no, no podrías darme más de lo que ya me has dado, Salvo si te cuento lo que falta, Ni siquiera eso, imagínate. Abrió la puerta, todavía volvió la cabeza para despedirse con una sonrisa y salió. Tertuliano Máximo Afonso puso en marcha el motor, esperó a que ella entrase en el portal y después, con gesto cansado, arrancó y se fue a casa, donde, paciente y segura de su poder, lo estaba esperando la soledad.

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