LITERATURA / Juán José Millás & Juan Luis Arsuaga

JUAN JOSÉ MILLÁS &
JUAN LUIS ARSUAGA
La conciencia contada por un
sapiens a un neandertal





Leídas las dos primeras entregas ("La vida contada por un sapiens a un neandental" y "La muerte contada por un sapiens a un neandertal") la tercera (¿y última?) colabo entre Juan José Millás y Juan Luís Arsuaga lleva por título "La conciencia contada por un sapiens a un neandertal". ¿Para qué cambiar una fórmula que funciona? Con ironía y sentido del humor, pero predominando ese enfoque didáctico, Millás y Arsuaga se lo pasan como niños ejerciendo de alumno y profe tocando temas como la neurociencia y como el cerebro rige nuestra conexión con el mundo que nos rodea. 


- Olemos con el cerebro -añadió el paleontólogo-, no con la nariz, del mismo modo que vemos con el cerebro y no con los ojos. Todo lo hacemos con el cerebro. Me extraña que nadie haya analizado el texto de Proust desde la perspectiva de la neurociencia. Me gusta especialmente el párrafo final. Atento, te lo leo otra vez: "Y en cuanto hubo reconocido el sabor del trozo de magdalena mojado en tila que me preparaba mi tía, la vieja casa gris con fachada a la calle donde estaba su cuarto vino al instante como un decorado de teatro a ajustarse al pabelloncito que daba al jardín construido para mis padres en su parte posterior...". 

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- (...) analógico significa que es semejante a la naturaleza y en la naturaleza todo es continuo, mientras que en lo digital las cosas son A o B, cero o uno, apagado o encendido. Dicho de otro modo: en lo digital no existen los estados intermedios. 
- Mi madre era muy digital -reflexioné en voz alta-, decía: "O te comes las acelgas o no cenas". 
- Exacto -dijo Arsuaga-, ahí no hay estados intermedios. O una cosa o la otra. On u Off; cero o uno. El sistema digital más simple es el binario: o vivo o muerto (...). Y si estás muerto, aunque tengas buen aspecto, estás muerto. El alfabeto morse es digital: rayas y puntos, pero entre la raya el punto no hay nada. Puedes enviar un mensaje SOS porque la S son tres puntos seguidos y la O, tres rayas seguidas. A base de ceros y unos puedes escribir todo el alfabeto. 

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Arsuaga me mostraba en el móvil un video de su nieto. 
- No sabía que tenías un nieto -dije. 
- Pues sí, de ocho meses, fíjate lo que hace. 
El niño gateaba frente a un espejo apoyado en la pared y que legaba hasta el suelo. Al no reconocerse en su reflejo, intentaba jugar con el niño del otro lado, quería besarlo, como hacía con ss compañeros de guardería, pero tropezaba contra la superficie dura del cristal y giraba la cabeza hacia el adulto que grababa la escena como en busca de una explicación. (...).
- No se reconoce en el espejo porque aún no tiene yo -dijo el paleontólogo. 
- Ni falta que le hace -comenté-. Para el budismo, el yo es la fuente del sufrimiento humano. El apego a esa cosa ilusoria denominada yo nos ata al mundo material y por lo tanto al deseo y, en consecuencia, a la insatisfacción. 

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- Te tienes que poner en el lugar del otro para verte a ti. Y ahí aparece el yo. Empezamos a vernos a nosotros mismos en el espejo de los otros. La mirada del otro es nuestro espejo. Para saber cómo debo modular mi imagen necesito saber cómo me ves tú. (...) descubrimos nuestra existencia gracias a la existencia de los demás. Muy cerca de aquí está la casa de Machado (...) en la que escribió aquel famoso proverbio que nos viene de perlas: "El ojo que ves no es ojo porque tú lo veas, es ojo porque te ve". 

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