RESEÑAS MUSICALES / Guns'N'Roses

GUNS´N´ROSES
Appetite For Destruction (1987)


Fecha de lanzamiento: 21/07/1987
Discográfica: Geffen Records
Productor: Mike Clink
Valoración: 9'5/10



Sacar un disco que te lleva directo al cielo implica una sola cosa: el camino que te queda solo puede ser hacia abajo. El elegir la velocidad de la caída es directamente proporcional al espíritu auto destructivo de una banda. En este caso, la caída es de sobra conocida.
El poder de lo prohíbido, de lo obsceno, del saltarse las normas. Eran la destrucción representada en el lado salvaje del ser humano. Creaban una inevitable relación de amor-odio. Se les adoraba y envidiaba a partes iguales. Todos querían ser como ellos, la banda de rock más importante del planeta. En 1987 aparecía Appetite For Destruction, el disco de debut de Guns N' Roses.

Para que un buen disco se convierta en un disco histórico, este tiene que tener la suerte de gestarse en el lugar y la época adecuados. El hard rock no acababa de salir de un constante estado de depresión, y en el horizonte, nada hacía presagiar que la cosa cambiaría.

El escenario, California, cuna y lanzadera de tantos y tantos grupos y estilos variopintos. Los astros se aliaban para que el Appetite For Destruction reinara en el mundo. Su sonido, de gusto exquisito, bebía del rock añejo de The Rolling Stones, de la rabia de Aerosmith, y también de la rebeldía del punk. Faltaba algo importante: canciones. Y éste debut (uno de los mejores de la historia) contenía 12 como puños de hierro. Directas a la yugular, sin concesiones, cargadas de perversión y violencia. Mucho sexo, mucho alcohol, y (toneladas de) drogas. Nadie podía resistirse a un invite tan suculento. El canalizador oficial de semejante bomba de relojería era su frontman Axel Rose. Irrumpió con la fuerza desatada que transmitía al gritar, cual sirena desbocada, en un torrente de rabia que destrozaba sus cuerdas vocales en agudos imposibles. Lo que le faltaba al grupo, el hombre del momento delante de los focos.

¿El mensaje? Bienvenidos a la jungla. ¿Qué mejor manera de abrir un debut que con uno de los mejores temas de la historia del rock? Arrancando con rock garajero y acabando en un arrebato psicodélico zeppeliano. Las cosas claras desde el principio. Welcome To The Jungle era una advertencia. Jugaban a ser los chicos malos, las peores influencias del momento, y representar lo prohibido era algo que aumentaba el poder de atracción sobre unas masas dispuestas a envenenarse.

Curiosamente, el éxito les explotó con el tema que más se salía del guión. Sweet Child O'Mine, una balada juguetona que nació con un riff tontorrón y goloso de Slash. Nadie apostaba por ella. El tiempo no pasa ni por ella ni por todo el disco, que tras dos décadas de antigüedad, sigue sonando fresco.

Sería un error pensar que Appetite For Destruction (1987) son solo estas dos canciones. La incontrolable Paradise City, el salvaje Nightrain, el explosivo You're Crazy o la polémica Rocket Queen (con orgasmo real incluído) son ya clásicos imprescindibles de la música popular, al igual que este álbum, que con más de 25 millones discos vendidos, y dos décadas de antigüedad, sigue teniendo el mismo efecto devastador en cada escucha.

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