CRONICA GUADALUPE PLATA
GUADALUPE PLATA
Monkey Club (Gijón)
1 de febrero 2013
Recurren al blues más sucio para invocar
espíritus de tiempos pasados. Sin adornos ni florituras, ajenos a
todo aquello que pueda encasillarles, Guadalupe Plata sacuden a
todos los presentes con el adictivo ritmo del diablo.
No
era la mejor noche del mundo, más bien una de esas que llaman “de
perros”, incluso para alguien acostumbrado al mal tiempo asturiano.
Vientos huracanados y una lluvia feroz, violenta e incesante que
invitaba a buscar refugio. En este caso, el Monkey
Club. A
medida que uno bajaba las escaleras del antiguamente conocido como
Dom Pedro iba sintiendo el cambio. Del viento frío del exterior a la
sensación de desierto que envolvía el local mientras Guadalupe
Plata nos
recibía con “Serpiente Negra” a modo de intro. Sin brisa alguna
y con un calor que aumentaba por momentos, el trío de Úbeda
aprovechaba para invocar a los espíritus. Bo Diddley, Screamin Jay
Howkins o Robert Johnson pululaban por la sala.
Al
fondo, y atravesando la muchedumbre, una luz roja invita a acercarse
con cautela, aportando una sensación de peligro y cierta hostilidad.
Una puntualidad británica (comenzaron justo a las 21:30) hizo que
los más impacientes recibieran su recompensa cogiendo buena
posición, pues el local se queda pequeño en cuanto la afluencia
alcanza las tres cifras.
Con
una personalidad arrolladora, en España no se conoce otro grupo
igual que mezcle tan bien y con tan buen gusto el rockabilly más
juguetón con el blues rock más sucio y grasiento. Uno los escucha
con gusto aún sabiendo que puede ser fruto prohibido.
En
frente de una audiencia contagiada por el ritmo del diablo están
exorcizando los demonios Perico de Dios (no tiene una gran voz ¿acaso
la tiene Dylan?, pero le sobra estilo, y es un monstruo a la guitarra
mientras juguetea con las pedaleras), Carlos Jimena (puro músculo a
la percusión) y Paco Luis Martos (bajo, guitarra semiacústica y
“barreño” -un instrumento casero usado en el sur de los Estados
Unidos confeccionado con un palo de fregona/escoba y una cuerda que
terminan desembocando en una especia de caja de resonancia, que suena
como si tu corazón te fuera a salir del pecho de un latir tan
intenso-). Serios como pocos, no pierden el tiempo en predicamentos
entre canción y canción, limitándose a tocar sin descanso,
hilvanando tema tras tema en una especie de trance en el que los tres
se sumen en perfecta comunión.
En
poco más de hora y media repasaron sus tres discos, los tres
homónimos. No faltaron de su debut, por ejemplo, “I'd Rather Be A
Devil” o “Baby Me Vuelves Loco”.
En
medio del trance, ajenos a todo, se meten tan dentro de las canciones
que las estiran aún con el inevitable riesgo de que la goma rompa
(maravilloso el ritmo del bajo a lo “Break On Through” de los
Doors en “Rezando”), aunque siempre con la mente puesta en ese
preciso momento en el que cambiar el ritmo para noquearte y subir en
un crescendo salvaje. Sucedió con “Lorena” (¿disparas tu o
disparo yo?), con el contagioso “Boogie De La Muerte”, con
“Gatito” (¿Que se siente al matar un gatito?) o con “Esclavo”,
una de las mejores de su último largo. Y por cómo no, con “Como
Una Serpiente” (aunque sin VenusPlutón –busquen el video-) que
fue la encargada de poner el broche perfecto a un concierto
inmaculado.
Pero
para aquellos que aún no lo hayan entendido, no se me ocurre mejor
resumen para este tipo de conciertos que este párrafo extraído de
la obra “En El Camino” de Jack Kerouac:
...hay
un tipo y todo el mundo estaba allí ¿cierto? Le toca exponer lo que
todos tienen dentro de la cabeza. Empieza el primer tema, después
desarrolla las ideas, (,,,) y entonces sigue su destino y tiene que
tocar de acuerdo con ese destino. De repente, en algún momento en
medio del tema "LO coge"...., todos levantan la vista y se
dan cuenta; le escuchan; el acelera y sigue. El tiempo se detiene.
Llena el espacio vacío con la sustancia de nuestras vidas,
confesiones de sus entrañas, recuerdos de ideas, refundiciones de
antiguos sonidos. Tiene que tocar cruzando puentes y volviendo, y lo
hace con tan infinito sentimiento, con tan profunda exploración del
alma a través del tema del momento que todo el mundo sabe que lo que
importa no es el tema sino LO que ha cogido...
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