CRÓNICA WILD ADRIATIC

WILD ADRIATIC
Sala Club Niemeyer (Avilés)
29 de noviembre 2014

Ser uno de los grupos revelación en Estados Unidos no te asegura un paseo de rosas en una gira por Europa. Wild Adriatic venían a Avilés para ganarse al respetable con las mismas ganas que un grupo que se estrena en directo.


Y con esas, el trío formado por Mateo Vosganian (batería), Rich Derbyshire (bajo) y Travis Gray (voz y guitarra) se sube a la palestra para acometer sin más dilación con el corte encargado de abrir su último largo, “Big Suspicious”, del que tocaron prácticamente todos los temas. Bastan unos segundos para palpar la química que se respira en el escenario. Se buscan, se encuentran, se complementan. Esa energía positiva se transmite en su música, una mezcla de soul, rock y funky, juguetón y divertido, que te hace mover los pies de forma inevitable.

El sonido de la Sala Club (siempre rozando lo excelente) ayuda a que se filtre por toda la sala la preciosa voz de terciopelo de Travis Gray, que además de gozar de un timbre cristalino y asombroso, se maneja espléndidamente a las 6 cuerdas, recordando por momentos a Tom Morello con esos efectos marca de la casa. Mientras Travis se luce a su antojo, Mateo y Rich se divierten a unas revoluciones mucho más elevadas, formando una dupla rítmica perfecta, especialmente este último, que disfruta como nadie encima de las tablas. Y cuando el escenario se le queda pequeño, corretea por entre el público mientras a su paso saltan los flashes y las sonrisas de los presentes. Da gusto ver a un grupo con tanta energía y a tantas pulsaciones en vivo.


Para que el lector se haga a la idea de lo versátil de su repertorio, habría que ceñirnos a sus influencias, que van desde el rock clásico (Led Zeppelin, o renovadores del género como Wolfmother) hasta el blues rock sureño (Stevie Ray Vaughan, The Black Crowes), añadiéndole un poco soul y funky al asunto.

El verdadero mérito es que, a pesar de la amalgama de sonidos, consiguen mantener una identidad propia, un sonido de su propia cosecha, y logran llevar a su terreno covers tan exigentes como “Inmigrant Song” de Led Zeppelin o “With A Little Help From My Friends” de los Beatles.


Con el transcurso de los minutos la temperatura sube y la cosa se va poniendo seria, y lo mejor del repertorio empieza a elevar el nivel considerablemente en la recta final, con hits como “The Spark”, el buenrollista “Woe” (con Travis animando al público a seguirle con los coros), ese artefacto sonoro llamado “Mess Around” (donde el trío se liberó de ataduras y mostró todo su potencial) o el cierre con el esperado “Lonely” (con un final abrasivo y arrollador).

90 minutos de show, en los que todos los presentes disfrutamos como en las mejores noches, pero teniendo la sensación de que, los que realmente disfrutaron, fueron ellos.

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