LITERATURA / Jonathan Shaw

JONATHAN SHAW
Narcisa


Le tenía especiales ganas a este libro del que tanta gente hablaba maravillas. Su buen amigo Johnny Depp dijo de "Narcisa" (primera novela de Jonathan Shaw) que tiene un poco de Charles Bukowski, Ernest Hemingway, Jack Kerouac, Hunter S.Thompson, el Marqués de Sade, y unos cuantos nombres propios que pertenecen por derecho a la cultura popular. Con semejante presentación es normal que salivasemos antes de leer la primera página. Y pronto nos encontramos con esa historia de amor imposible entre Cigano y Narcisa. Él un yonki que está de regreso del infierno. Ella una puta adicta a toda clase de drogas y con mil demonios en su interior. Una ecuación sin solución que ocurre en un Rio de Janeiro violento y apocalíptico. 700 páginas que se leen bien, pero si fuesen la mitad seguramente no nos perdíamos nada. A veces, más es menos. 

"Me recuesto en el asiento y contemplo el desfile eterno de las putas de Copacabana, que pasan ante mí en aluviones alocados, con la risa floja. La marcha de las putas, ahí van, con esos orgullosos culos redondos y un poco en pompa, con ese peculiar estilo carioca, como taimadas gatas en celo. Me pregunto cómo se las arreglan para moverlos en tres direcciones a la vez y seguir caminando en línea recta. (...) De repente, la imagen de su cara irrumpe en un fogonazo, como un relámpago que cruzase eones y fuese a estallar directamente en mi consciencia; una explosión de silla eléctrica cortocircuitada de júbilo ardor pasión infantil que me vuelve cemento la sangre de las venas. 
Y el mundo se detiene con un chirrido."

.........

"Carnaval. Un matadero averiado de cuchilladas y disparos, colisiones entre coches, sobredosis y muerte súbita sin dignidad. Gente muerta y muriendo en el gemebundo colofón de la fiesta, víctimas borrachas de sí mismas. Otro largo, oscuro y desagradable circo del caos y del asesinato y del desenfreno absurdo y pagano. Manos ociosas quitas para siempre. (...)
Miércoles de Ceniza. El rebaño humano iba volviendo por fin al redil, igual de pobres, desorientados, ignorados y explotados que antes de su vivaracho fiestón de los meados. Igual de jodidos. Las palabras de Narcisa resuenan en mi cabeza. ¡Mierda de gente!
Sigo conduciendo como un sigiloso vampiro negro que bate sus alas de cuero para cerrar el ataúd y se me ocurre que, a pesar de la alegría y jovialidad artificial y del abandono vociferante y borracho del carnaval, no tenían nada que hacer conmigo, ¡porque yo estaba enamorado! ¿Y no es el amor el mayor de los poderes que puede llegar a conocer un hombre?"

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