CRÓNICA CONCIERTOS / BUDDY WHITTINGTON & SANTIAGO CAMPILLO

BUDDY WHITTINGTON 
& SANTIAGO CAMPILLO BAND
Casa de la Cultura (Avilés)
Sábado 14 de octubre de 2017
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TEXTO y FOTOS: Jonathan Pérez del Río
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La única vez que había pisado el auditorio de la Casa de la Cultura de Avilés había sido casi una década atrás, y en aquella ocasión nos citábamos con Javier Vargas y su Vargas Blues Band. Ya casi no me acordaba de los cómodos sofás del Hall, ni las cristaleras laterales que ofrecen planos picados del escenario. Para esta, mi segunda visita, la velada también tendría el Blues como protagonista.

Los feligreses que allí se citaron no llegaron a cubrir todas las butacas rojas pero la entrada era más que digna, dando por sentado que estos músicos nunca tendrán el aforo que se merecen. El personal que suele asistir a este tipo de conciertos es gente de paladar selecto, que sabe saborear cada nota, y que escucha, con respeto y admiración, a los músicos que se dejan la piel en el escenario. Y los que hoy estaban sobre el escenario no eran cualquier cosa: Buddy Whittington, tejano de Fort Worth, quien compartió escenario con John Mayall durante 15 años, o lo que es lo mismo, estuvo más de una década enrolado en los Bluesbreakers, una de las mayores canteras de la historia del Blues, pues de ahí salieron Eric Clapton, Peter Green, Mick Taylor o Coco Montoya, y con esto queda todo dicho; a su lado, un perro viejo de la escena nacional como Santiago Campillo, uno de los fundadores de M-Clan, y miembro de Los Hurones o Los Lunáticos; y cubriéndoles las espaldas a estos dos monstruos de la guitarra, la imponente base rítmica que forman Dani Mora al bajo y Mini Drums a la batería, dos jóvenes talentos a los que no les tembló el pulso ni una sola vez.  


El cuarteto comienza a calentar con un estándar del género como “Hide Away” de Freddie King, aunque lo de calentar es un decir, pues el de hoy era el concierto que cerraba su gira, y la complicidad entre ellos era tal, que podríamos asegurar que iban a las mismas pulsaciones.

Se suceden clásicos de Albert Collins, Albert King, Leon Russell, BB King o John Mayall, y nos dejamos llevar, embelesados por el mimo y buen gusto de las interpretaciones, en este delicioso viaje por la historia de la música popular. Y recorremos la historia como si fuésemos por un gran río, no dejando por explorar ninguno de los afluentes que lo dibujan: desde el polvoriento Blues tejano, al pantanoso Blues del Delta del Mississippi, pasando por el eléctrico Blues de Chicago o por las corrientes del Blues Rock británico.

Nos movemos agitados deseando que las butacas desaparezcan cuando el ritmo del Jump Blues se apodera de nuestro cuerpo, y nos relajamos con los lentos compases de las baladas a bajas revoluciones, donde se movía como nadie Otis Rush, y donde la voz de Buddy sobresale por encima todo (preciosa “Same Old Blues”).

Incluso hay tiempo para el Blues en español, encargándose Campillo a la voz, aprovechando para presentarnos algunos cortes de su disco “Carretera Sin Final”. Y es ahí donde hay que romper una lanza a favor de Campillo, echándole valor para defender la propuesta en su lengua materna, luchando contra todos aquellos que están convencidos de que el Blues siempre suena peor en castellano.

Mucho y muy bueno en las dos horas de show que nos dejaran el recuerdo de una  velada que fue una verdadera delicia. 

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