CRÓNICA CONCIERTOS / Apocalyptica

APOCALYPTICA
Teatro La Laboral (Gijón)
Sábado 7 de abril de 2018
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TEXTO y FOTOS: Jonathan Pérez del Río
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La parroquia Heavy, fiel como ninguna otra, respondió a la llamada y llenó las butacas del teatro de La Laboral para ver a Apocalyptica, 4 finlandeses a los que un buen día, hace ya más de 20 años,  les caló el frió nórdico más de la cuenta, y se les ocurrió la "estupidez" de ponerse a versionar el “Ride The Lightning” de Metallica (Eicca Toppinen tenía tan poco dinero que solo podía comprarse un disco, y eligió este) con 4 violonchelos. El resultado, que no dejó a nadie indiferente, les confirió una fama que les acompaña hasta la actualidad. Hasta aquí los antecedentes.



Haciendo un ejercicio de nostalgia, la gira que nos ocupa sirve para recordar aquel celebrado disco de debut ("Plays Metallica by four Cellos", Mercury Records, 1996) que les trae a 6 ciudades de nuestra geografía, algunas por primera vez, como Gijón, y ya se sabe que una primera vez siempre es una primera vez, y como tal, es especial.

Desde nuestro punto de vista (el del espectador), sobre el escenario, de izquierda a derecha, y situados frente a unos paneles que iban cambiando de tonalidad, se plantaron Antero Manninen (el inmutable), Perttu Kivilaakso (el aristocrático), Eicca Toppinen (el creador de esto que llaman Chelo Metal) y Paavo Lötjönen (el brioso), y con el cuchillo entre los dientes, atacaron la platea con “Enter Sadman” y “Master Of Puppets”. Casi nada.



Un inciso. A los fotógrafos acreditados nos dieron el aviso: solo los 3 primeros temas y sin flash. Algo que es habitual, pero tanta insistencia tenía su explicación, pues a partir de ahí, entró en juego el técnico de luces, al que hay que mencionar, pues las atmósferas que consiguió crear elevaron el concierto a otro nivel. Sin el concurso de este personaje anónimo, la banda sonaría igual, pero luciría la mitad.

El show se dividiría en dos partes, con un pequeño parón entre las mismas. Un parón no solo para que los músicos cogiesen aire, sino para cambiar el escenario: adiós paneles, hola “batería”. Nótese las comillas, pues no era una batería al uso. El instrumento parecía un gigante deforme sacado de un mundo de ciencia ficción, y sus piezas (bombos, cajas, platillos marcianos y demás juguetitos) parecían colocadas de forma totalmente aleatoria. Ahí se montó Mikko Sirén para acompañar al cuarteto de violonchelistas, siendo el quinto elemento de la banda, sexto si contamos (y yo insistiría en hacerlo) al técnico de luces. 




Con la plantilla completa el concierto entra en ebullición: “Fade To Black” y “For Whom The Bell Tolls” son dos avisos serios. “Fight Fire With Fire” echa gasolina al fuego, y tras un pequeño impase con “Until It Sleeps”, “Orion” y una rareza (“Escape”), todo explota con “Battery”, con los músicos exprimiéndose al máximo en el cenit de la actuación. Ellos acaban exhaustos. El público en pie. Tras semejante derroche “Seek And Destroy” consigue mantener el pulso antes de que los finlandeses se esfumen tras bambalinas, para regresar y cerrar el concierto a bajas revoluciones, con dos joyas de la corona imprescindibles: “Nothing Else Matters” y “One”.  

Apocalyptica siempre tendrán el mismo “pero”: un repertorio imbatible que nos les pertenece. Sobre sus actuaciones, basta con quitarse el sombrero.

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