CRÓNICA CONCIERTOS / III Festival Las Músicas
III FESTIVAL
LAS MÚSICAS
LAS MÚSICAS
Centro Niemeyer (Avilés)
23 de agosto de 2019
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TEXTO y FOTOS: Jonathan Pérez del Río
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Como Rimbaud, algunos nos habituamos a la alucinación simple, y afortunados, vemos como caía la tarde del viernes en Avilés ofreciendo un atardecer industrial florido de buenas vibraciones. Desde el escenario, la torre y la cúpula del Niemeyer destacaban sobre un cielo que se presentaba como una acuarela de colores anaranjados, mientras en la plaza, muy poquito a poco, iban cogiendo sitio los primeros asistentes.
Con esa estampa se encontró Ángel Stanich, encargado de abrir esta tercera edición del festival Las Músicas. El cántabro entró de puntillas, como tanteando el terreno, y empezó a rasgar la guitarra con "Cosecha", uno de las piezas más íntimas de su último trabajo, "Antigua Y Barbuda", disco sobre el que gravitó la mayor parte del repertorio, por lo que servidor se quedó con ganas de recorrer más camino ácido.
Así que Stanich -que venía en formato trío- decidió que lo mejor era adaptarse al entorno y comenzar a carburar a bajas revoluciones, no vaya a ser que pillase al personal con el pie cambiado, o atragantándose con la cena. Y es que adentrarse en el universo del ermitaño del rock nacional puede ser una ingesta muy tóxica. Aunque se haya alejado del rock fronterizo, Stanich sigue sonando a sí mismo haga lo que haga (a pesar de las manidas comparaciones con Nacho Vegas, Quique González o Bob Dylan), pues sus letras son para masticar con calma, igual que su timbre de voz -ya marca registrada-. .
De menos a más, y picoteando un poco de cada álbum o EP editado (“Un Día Épico”, “Mátame Camión”, “Carbura” o “Señor Tosco” se antojan imprescindibles), Stanich acabó como todos esperábamos: disparando con “Metralleta Joe”. Ya estaba el terreno abonado para que pisasen firme Love Of Lesbian.
Y falta hacía que el terreno fuese sólido, porque el escenario se llenó de músicos: los habituales Santi Balmes (voz), Julián Saldarriaga (guitarras y voces), Jordi Roig (guitarra eléctrica), Oriol Bonet (batería), Ricky Falkner (bajo y voces), Marc Clos (percusión y vibráfono) estaban además escoltados por Dani Ferrer (teclados y sintetizadores), David Solé (steel guitar), Alejandro Serrano (saxo), Ernesto Millán (trompeta) y Marcos Crespo (trombón). Un total de 11 músicos funcionando a pleno rendimiento, aunque los focos se los llevase en todo momento el de siempre, Santi Balmes, cómodo con el papel maestro de ceremonias.
Con más de 20 años de trayectoria a sus espaldas, Love Of Lesbian han crecido todo lo que podían crecer, gracias al boca oreja, y por supuesto a la burbuja de festivales que se dio en nuestro país, donde se coronaban en cada uno de ellos como grupo de masas.
Sin ser precisamente fan de los catalanes, es imposible no reconocerles el esfuerzo de entregarse cada noche como si fuese su primer (o último) concierto, reinventándose en cada gira, proponiéndose en cada una de ellas nuevos retos.
Se lo pueden permitir, pues los mimbres están ahí, en forma de canciones que ya son himnos generacionales: “Nadie Por Las Calles”, “Bajo El Volcán”, “Belice”, “Club De Fans De John Boy”, “Planeador” o “Allá Donde Solíamos Gritar” (encargada de poner el cierre) conectan con un público entregado -involucrado- que les da réplica en cada frase, colaborando en una especie de karaoke colectivo. Como era de esperar, en Las Músicas Love Of Lesbian volvieron a cocinar esta atmósfera a fuego lento, consiguiendo con ese feedback la sal que necesitan sus conciertos.
Tras Love Of Lesbian se dio una pequeña gran desbandada. Una pena, porque se perdieron el show de Martí Perarnau IV y sus Mucho. Cargados hasta los dientes de sintetizadores, la banda se dejó envolver entres las sombras (con un juego de luces muy apropiado) y comenzaron a desplegar toda su paleta sónica, haciendo del Niemeyer el escenario onírico perfecto para su propuesta.
Un tipo como Perarnau, acostumbrado a trabajar con artistas como Iván Ferreiro, Tulsa, Egon Soda, Berri Txarrak o Zahara, tiene mili de sobra para adaptarse a cualquier hábitat: Mucho sonaron poderosos e intensos (sublime "El León De Tres Cabezas" -¿cómo no acordarse de Rufus T.Firefly?), y cuando los graves retumbaban parecía que en cualquier momento podríamos pillar la nave y despegar.
Un tipo como Perarnau, acostumbrado a trabajar con artistas como Iván Ferreiro, Tulsa, Egon Soda, Berri Txarrak o Zahara, tiene mili de sobra para adaptarse a cualquier hábitat: Mucho sonaron poderosos e intensos (sublime "El León De Tres Cabezas" -¿cómo no acordarse de Rufus T.Firefly?), y cuando los graves retumbaban parecía que en cualquier momento podríamos pillar la nave y despegar.
Era mi primer encuentro (cósmico) con ellos y me dejaron un muy buen sabor de boca, y con las ganas, porque cuando ya estábamos en la llama, se despidieron. Así finalizaba esta tercera de Las Músicas. A ver con qué nos sorprenden el año que viene.
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