LITERATURA / Manuel Vázquez Montalbán
Ganadora del "Premio Planeta" en el 79, "Los Mares Del Sur" es otra de sus novelas (negras) que tiene como protagonista a uno de sus personajes más carismáticos, el detective privado Pepe Carvalho. Ambientada en una Barcelona posfranquista, esta obra corta es ideal para adentrarse en el mundo de Manuel Vázquez Montalbán.
Las verjas ya eran una declaración de principios y una cresta de hierros historiados, a manera de crin del dragón vidriado, recorría la espina dorsal del tejado cerámico. Ventanas gotizantes, fachadas ocultas por la hiedra, muebles de madera blanca con tapicerías azules en un jardín riguroso donde la elegancia de los altos setos de ciprés enmarca la controlada libertad de un pequeño bosque de pinos y la geometría exacta de un pequeño laberinto de seto de rododendros. En el suelo, grava y césped. Grava educada para apenas chirriar bajo las ruedas o los pies. Césped de casi cien años, bien cebado, cepillado, recortado, un viejo manto mullido en el que la casa parece flotar sobre una alfombra mágica. Servicio en seda y piqué, negro y blanco. Un jardinero rigurosamente disfrazado de payés, un mayordomo con las patillas homologables y un chaleco con listas de colchón fino. Echó de menos Carvalho las polainas en el chófer que se subía al Alfa Romeo para ir en busca de la señora de Stuart Pedrell, pero valoró la contención estilizada de su traje gris con solapas de terciopelo y el mucho mundo percibido entre los dedos vacíos de sus guantes de fina piel gris blanquecina en contraste con el volante negro.
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Carvalho tenía ganas de decirle, quítate el poncho, mi amor y vámonos a una cama negra, blanca, redonda, cuadrada,me da igual, porque cuando la burguesía no puede conservar el control de la cama empieza a adjetivarla.
- ¿Vas a seguir aquí, o te vienes a beber seis botellas de vino blanco absolutamente sensancional?
- Sos rápido, forastero. ¿Qué insinuás?
- Que nos vayamos a la cama.
- No hay duda. Conoces a Juanito Marsé. Es su técnica. Dice que le han dado muchas bofetadas, pero que también ha levantado muchos planes.
- ¿Qué saco yo? ¿La bofetada?
- No. Pero tampoco el plan. Espero a mi chica. La tengo aparcada allá adentro. Ya me entiendes. Lo nuestro es un amor imposible.
- No había hecho más que nacer.
- Son los mejores.
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El metro , cualquier metro, es un animal resignado a su esclavitud de subsuelo. Parte de esa resignación impregna los rostros aplazados de los viajeros, reñidos por una luz utilitaria, removidos levemente por el vaivén circular de la máquina aburrida. Recuperar el metro fue recuperar la sensación de joven fugitivo que contempla con menosprecio la ganadería vencida, mientras él utiliza el metro como un instrumento para llegar al esplendor en la hierba y la promoción. Recordaba su cotidiana sorpresa joven ante tanta derrota recién amanecida. Recordaba la conciencia de su propia singularidad y excelencia rechazando la náusea que parecía envolver la mediocre vida de los viajeros. Los veía como molestos compañeros de viaje que para él era de ida y para ellos de vuelta. (...) El mundo era un paisaje de estaciones semejantes a retretes sucios recubiertos por azulejos tiznados por la invisible suciedad de la electricidad subterránea y de los alientos agrios de las masas. La gente que subía y bajaba parecía cumplir el ritual de un relevo previamente acordado para justificar el rutinario ajetreo de la máquina.
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