LITERATURA / Cormac McCarthy

CORMAC McCARTHY
No es país para viejos


Un veterano de Vietnam, un ex agente de las Fuerzas Especiales y una máquina de matar se ven envueltos en un ajuste de cuentas, que acaba, como no podía ser de otra manera, como el Rosario de la aurora. Llevada al cine con mucho acierto por los hermanos Coen, "No es país para viejos", es otra muestra de inspiración con la firma de Cormac McCarthy. autor que ya compartí aquí con "La carretera". El sello de Cormac es inconfundible: crudo, frío, y despiadado. 

Soltó las dos correas y abrió el pestillo de latón y levantó la solapa y la dobló hacia atrás. 
Estaba lleno hasta arriba de billetes de cien dólares. En paquetes ceñidos por cinta bancaria en la que aparecía impresa la cifra 10 000. No sabía a cuanto ascendía el total, pero se hizo una idea bastante clara. Contempló los fajos de billetes y luego bajó la solapa y se quedó sentado con la cabeza gacha. Su vida entera estaba allí delante de él. Día tras día del alba a la noche hasta que se muriera. Todo en menos de dos kilos de papel metidos en una cartera. 
.........

Estaban como las había dejado, acuclilladas sobre sus neumáticos cosidos a balazos. Se aproximó con el revólver amartillado. Silencio absoluto. Tal vez debido a la luna. Su sombra le daba más compañía de la que hubiera deseado. Sensación desagradable. Un intruso. Entre los muertos. No te me pongas raro, dijo. Tú no eres uno de ellos. Todavía. 

.........

Hazlo ya, maldito psicópata. Hazlo y púdrete en el infierno. 
Entonces sí cerró los ojos. Cerró los ojos y giró la cabeza y levantó una mano para repeler lo que no podía ser repelido, Chigurh le disparó a la cara. Todo cuanto Wells había sabido o pensado o amado en su vida se escurrió lentamente por la pared que tenía detrás. El rostro de su madre, su primera comunión, mujeres que había conocido. Los rostros de hombres en el momento de morir arrodillados ante él. El cuerpo de un niño muerto en un barranco junto al camino en otro país. Quedó tumbado en la cama sin media cabeza y con los brazos extendidos y la mano derecha prácticamente desaparecida. Chigurh se levantó y recogió de la alfombra el casquillo vacío y sopló y se lo guardó en el bolsillo y miró el reloj. Faltaba un minuto para el nuevo día. 

.........

Ella le miró. No estoy segura de qué sentido tiene eso, dijo. 
El sentido de que nada tiene sentido.
No, lo que has dicho antes. Eso de saber quién eres. 
Él la miró. Al cabo de un rato dijo: No se trata de saber dónde estás. Se trata de pensar que llegaste allí sin llevar nada contigo. Tus ideas sobre empezar de nuevo. O las de otro. No se empieza de nuevo. Ese es el quid. Cada paso que das es para siempre. No puedes eliminarlo. ¿Entiendes lo que digo?
Creo que sí. 
Ya sé que no pero deja que lo intente una vez más. Tú piensas que cuando te despiertas por la mañana el ayer no cuenta. Pero es todo lo que cuenta realmente. ¿Qué más hay? Tu vida se compone de los días de que está compuesta. Nada más. Pensarías que puedes huir y cambiarte de nombre y qué sé yo qué más. Empezar de cero. Y luego un día te despiertas y miras al techo y ¿sabes quién es la que está en la cama?
Ella asintió con la cabeza. 

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