LITERATURA / Woody Allen

WOODY ALLEN
Gravedad Cero

Abrí "Gravedad cero" de Woody Allen pensando que me iba a encontrar con una jugosa biografía donde escarbar en su filmografía desde un punto de vista diferente, el suyo propio. Nada de eso. Lo que sí que hay es una colección de breves relatos dónde se aprecia el humor tan peculiar del neoyorquino, políticamente incorrecto, sofisticado, agudo en la observación de lo que le rodea, aunque, eso sí, sin la gracia de su visionado. Eso sí, a la hora de reírse de uno mismo, nadie mejor que el bueno de Woody. 


Por esa razón, cuando en la lista de famosos invitados (...) incluyeron a un guionista y director de cine con una larga lista de créditos, aunque yo no estaba familiarizada con los títulos, anticipé un Día del Trabajo particularmente fulgurante. Cuando me enteré de que ese auteur a veces encarnaba el papel de protagonista en sus propias películas, imaginé a un director-estrella de cine tan formidable como Orson Welles y tan apuesto como Warren Beatty o John Cassavetes. imaginen mi sorpresa cuando se me presentó esta especie de hombre orquesta al que me refiero y, en vez de encontrarme con un melancólico genio de culto o con un ídolo adolescente, me topé con un repulsivo cero a la izquierda, un miope de gafas de montura negra groseramente ataviado en lo que él entiendo como estilo chic rural: todo tweed y color bosque, gorra y bufando, listo para los duendes. 

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A la fiesta de Wasserfiend, por fin. Justo a tiempo. Todos bien vestidos. Fluye el champán. Pianista de cóctel. "Avalon". La misma canción que tocaban esa noche en Vineyard Haven con Lilian Waterfowl. Ella se despojó del traje de baño. Una diosa desnuda. Me arrancó la ropa con sus largas uñas. Nuestros dos cuerpos tensos de deseo. Me moví hace ella como una pantera. A punto de consumar la pasión, de pronto tuve un calambre en la pierna. ¿La pantorrilla izquierda? No, la derecha. Lancé un grito penetrante y me aparté de ella de un salto. Brinque por toda la habitación, con el rostro contorsionado de dolor. ¿Qué le parecía tan jodidamente gracioso? (...) Me acusó de arruinar el momento. (...) Casi no le dio tiempo de correr al teléfono para contar la historia a sus amigas. Que se pudra con el estafador de su marido. Ese tipo trata de esconder seis millones de dólares en billetes pequeños dentro de un zapato. 

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