LITERATURA / Edgar Allan Poe

EDGAR ALLAN POE
Berenice















Si hace unos días subí la cara detectivesca de Edgar Allan Poe, ahora toca mostrar su faceta más característica: el relato macabro. Un cuento cargado de melancolía gótica, que tan pronto pasa de lo bello a lo macabro, y que en su día (se publico por primera vez en 1835) horrorizó a los lectores que aún no conocían el oscuro mundo de Poe. 

Berenice y yo éramos primos, y crecimos juntos en las casas solariegas que fueron una vez de mis padres. Aunque crecimos de forma distinta: yo, de mala salud y enterrado en la melancolía; ella, ágil, grácil y rebosante de energía; lo suyo, el paseo por la ladera de la colina; lo mío, los estudios del claustro; yo viviendo con mi propio corazón, y enganchado, en cuerpo y alma, a la meditación más intensa y dolorosa; ella, deambulando descuidadamente por la vida, sin considerar las sombras en su camino o el vuelo silencioso de las horas de alas corvinas. 

......

Durante los días más brillantes de su belleza sin parangón, con toda seguridad, nunca la había amado. En la extraña anomalía de mi existencia, mis sentimientos nunca habían sido los del corazón y mis pasiones siempre fueron las de la mente. A través del gris de las primeras horas de la mañana, entre las sombras con enrejado del bosque al mediodía, y en el silencio de mi biblioteca por la noche, ella había revoloteado por mis ojos y la había visto, no como la viva y respirante Berenice, sino como la Berenice de un sueño; no como un ser de la tierra, terrestre, sino como la abstracción de tal ser; no como una cosa para admirar, sino para analizar; no como objeto de amor, sino como tema de especulación de lo más abstruso aunque inconexo. 

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