CRÓNICA CONCIERTOS / Letz Zep
LETZ ZEP
Sala Acapulco (Gijón)
Viernes 30 de enero 2015
Es un terreno
pantanoso el de los grupos tributo (cada vez más explotados), especialmente a
la hora de juzgarlos debidamente. Habrá quienes vayan a verlos con la esperanza
de resucitar a sus ídolos (soñadores ellos), y habrá quienes vayan con el único
objetivo de recordar lo grandes que fueron y lo mucho que le hicieron disfrutar
con esas canciones que se sabe de memoria y que forman parte de la Banda Sonora
de su vida. Si eres de los primeros, lo más probable es que te pases el
concierto con cara de amargado y negando con la cabeza (”Que me los han cambiado, que me han timao”). Si eres de los
segundos, afrontas el espectáculo como se debe y lo disfrutarás como se merece.
Billy Kulke
(Robert Plant), Andy Gray (Jimmy Page), Shaun Herd (John Paul Jones) y Simon
Jeffreys (batería) afrontan cada noche un reto mayúsculo, algo así como subir
el Everest sin oxigeno. Acometer el repertorio de Led Zeppelin y salir bien
parado del invite no es tarea al alcance de cualquiera. Estos 4 valientes se
enfrentan a una sombra muy alargada, y cada uno tiene sus propias pruebas de
fuego a lo largo del repertorio para saber si dan o no la talla.
Simon Jeffreys,
por ejemplo, que se muestra comedido durante toda la primera parte del show, sabe
que cuando llegue “Mobydick” va a tener que sacar al animal que Bonzo llevaba
dentro y marcarse un solo de aúpa.
La tarea como
multi-instrumentista y músico versátil de John Paul Jones ha llevado a Led
Zeppelin a otro nivel, y ese factor diferencial recae en Shaun Herd, que se ve
obligado a tocar varios instrumentos (teclados, mandolina, contrabajo
eléctrico) según lo requería la ocasión.
Más expuestos si
cabe están Andy Gray y Billy Kulke. El primero demostró ser un excelente
guitarrista y se salió del mapa como un virtuoso Jimmy Page, aunque mucho más
comedido en un papel menos lisérgico y experimental. El segundo es quizás quien
más crudo lo tiene, pues Robert Plant es sencillamente inimitable, y su
registro es solo apto para elegidos. Y eso que el parecido físico de Billy con
Robert es digno de ver. Billy, que empezó bastante frío, desentonaba con el
resto de la banda en las canciones de apertura (“Good Times, Bad Times” y
“Communication Breakdown” fueron las elegidas), aunque se fue calentando hasta
que su chorro de voz se fue agudizando hasta asemejarse poco a poco a su
objetivo inicial.
Letz Zep suenan
realmente bien, compactos y con un sonido fiel y respetuoso al original. Al
igual que el vestuario, idéntico. Se notan las tablas y la confianza de quien
lleva arrasando en los escenarios de todo el mundo desde hace tiempo, aunque
sea con canciones ajenas.
Hablando del repertorio (de sobra donde
elegir) hubo sorpresas realmente agradables, como en el set acústico el
irresistible “Bron-Y-Aur-Stomp”, o esa oda psicodélica que supone el envolvente
“No Quarter”, aunque personalmente eché en falta joyas como “Since I´ve Been
Loving You” o “Baby, I Gonna Leave You” (algunos somos unos románticos). A
medida que se va acercando el final, se presiente la llegada de los
imprescindibles, y uno se prepara para lo mejor de lo mejor. Como “Stairway To
Heaven”. Es coger Gray la Gibson SG de dos mástiles (en realidad se llevó
consigo todo el arsenal: Gibson Les Paul Standard, Danelectro, Stratocaster…) y
que todo el mundo saque sus cámaras a pasear. Buen momento para capturar un
bonito recuerdo o para decirle a la churri que la quieres. “Black Dog”, “Whola
Lotta Love”, “Rock And Roll” o el broche con un abrasivo “Inmigrant Song”.
Tras dos horas intensas, y sin bises,
Letz Zep se despiden con una gran ovación. Éxito casi unánime (siempre habrá escépticos).
Por algo se dejan caer por la ciudad por la que pasan una vez al año siempre
que la agenda lo permite. Yo no sé si repetiré o no, pero puedo afirmar que,
por desgracia, esto ha sido lo más cerca que voy a estar de Led Zeppelin. Y no
es poco.
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