CRÓNICA CONCIERTOS / Little Caesar

LITTLE CAESAR
Sala Club Niemeyer (Avilés)
Sábado 28 de junio 2015

En su primera visita a Asturias Little Caesar saciaron holgadamente a las 70 personas que nos acercamos a verles a la Sala Club del Niemeyer. Muy grandes.

TEXTO y FOTOS: Jonathan Pérez del Río
   

Éramos pocos, pero agradecidos. En un momento puntual del concierto, Ron Young soltó un discurso que resume perfectamente la esencia de la música en directo. “Sin vosotros no existiríamos. No es el público quien tiene que hacernos vibrar. Somos nosotros los encargados de agitaros, de volveros locos. Ese es nuestro trabajo. Si vosotros sonreís, nosotros sonreímos. Y la química que pueda surgir entre medias, eso es música, el resto son mariconadas. Si vosotros estáis disfrutando nos dais la energía para estar sobre un escenario. Eso es rock and roll”. Quizás estas no fueron las palabras exactas, pero sí la base y la idea del discurso de Ron y sus Little Caesar, con el que acabaron de encandilar a un público ya entregado desde los primeros compases. Que un grupo cómo Little Caesar, quienes vivieron sus momentos gloriosos girando con bandas como Metallica, Kiss o ZZ Top, se entregue de la manera en que lo hizo ante una audiencia tan reducida dice muchísimo de su oficio y su pasión. 

Y es que había cierto ambiente enrarecido en los comienzos. Al entrar en la Sala Club no se percibía la atmósfera de un concierto, y quizás ese fue el motivo por el que comenzaron timoratos. Pero para unos veteranos envueltos en mil batallas esto no es más que un incentivo para arremeter con más fuerza, y cuando sonaron los primeros compases de “Rock And Roll State Of Mine” el Niemeyer comenzó a arder poco a poco. Y de ahí en adelante, con el acelerador pisado a fondo, y rociando con gasolina cada esquina del local, se fueron sucediendo trallazos de buen rock and roll como “Down And Dirty”, el contagioso “American Dream”, “Real Rock Drive” o ese pegajoso hardrock boogie que supone “Rum And Coke”, que para un servidor fue uno de los momentos álgidos de la noche.


Little Caesar suenan poderosos, compactos, atronadores. Reconozco que me gusta que los bajistas se hagan notar, y era una delicia notar ese bajo penetrante de Pharoah Barrett, filtrándose constantemente entre los riffs de los guitarristas Cary Beare y Loren Molinare, pero empastando perfectamente como base rítmica con la batería de Tom Morris. Y Ron Young, alma de la banda, un frontman macarra, cercano y encantador (especialmente con las féminas del lugar, a las que les dedicó algún que otro guiño). Su voz aguanta bien el paso de los años, envejece al ritmo que debe hacerlo y se adapta perfectamente al personaje. Rota, cruda y cascada, pero en forma, aguantando todo tipo de envestidas. Derrocha estilo y lo sabe, y por eso da gusto verlo sobre un escenario.


Hubo tiempo para el sosiego, para los sonidos AOR, para las canciones de ausencia y redención. Piezas cómo “In Your Arms” o “Redemption” supusieron un paréntesis perfecto ante la descarga de decibelios. La vena de rock sureño asomaba en “Dirty Water”, y los ramalazos soul en fantásticas versiones del “Chain Of Fools” popularizado por Aretha Franklin y del “Wish It Would Rain” de los Temptations.


Para los bises, que dividieron en dos partes, 5 temas más por si no habíamos tenido suficiente. Tras casi dos horas de descarga, la gente ya estaba exhausta, pues Little Caesar te vencen por agotamiento, y verles a las máximas revoluciones con el frenético cierre que supuso “Down To The Wire” fue una prueba más de la energía que te puede aportar un buen concierto de rock and roll. Los que lo vivieron sabrán de lo que hablo. 

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