ARTÍCULO SOCIEDAD / Todo Cambia
TODO CAMBIA
Hace dos años, cuando recibí la llamada para recuperar esta mítica cabecera, no imaginé que el mundo cambiaría tanto y tan rápido. Y más, al contemplarlo desde una revista de tendencias (sí, tendencias, esa palabra tan sobada y recurrente que hasta la tuve vetada). Hace dos años ni dios usaba Snapchat. Inglaterra era europea. El impacto de unos Juegos Olímpicos no eran una suceción de memes y cotilleos sexuales. Sabíamos ligar sin Tinder ni Grindr. No habíamos cambiado la monogamia por el poliamor. Ni dejado morir nuestras cuentas de Twitter. Caitlyn Jenner no era mujer. Donald Trump era un fantoche de realities. no imaginábamos que Facebook Live se convertiría en la herramienta perfecta para denunciar los abusos policales. En España se celebran elecciones cada cuatro años. Las mentiras del PP eran las mismas. Ada Colau promovía escraches. Manuela Carmena regentaba una tiendita donde se vendía ropa para niños hecha por presas. No sabíamos que se podía combatir el tedio en el Congreso jugando al Candy Crush. Podemita no era el insulto pijo de moda. Bertín Osborne era un galán trasnochado y caído en desuso mediático. El Toro de la Vega seguía siendo legal. Messi no éramos todos. El desnudo integral no había llegado al docureality español. Tampoco las monjas. No había emojis raciales. No teníamos Netflix. Andábamos pirateando exactamente igual. David Bowie era inmortal. No se había colado un flamenco en el Sónar. Muchos locales de renta antigua no se había convertido en Starbucks o restaurantes rustichic. El Mercado de Fuencarral, último vestigio de la modernidad madrileña noventera, permanecía abierto. Quedábamos en el Café Comercial. No teníamos food trucks. Ni nos habíamos apuntado al crossfit. Anohni no había sido la primera transexual abiertamente discriminada en los Oscar. Ni Resines había vivido en carne propia la lucha estéril de ser presidente de la Academia de Cine. Los drones no repartían paquetes de Amazon. No nos poníamos todo oversize. No teníamos un iWatch (seguimos sin tenerlo). No teníamos gafas de realidad virtual (seguimos sin tenerlas). No teníamos canal de YouTube (ahora ya sí). Zoolander 2 iba a ser buenísima. Y la nueva de Star Wars ni te cuento. Vivíamos junto a una pokeparada y no teníamos ni idea. Y el periodismo digital aspiraba a ser algo más que una acumulación de clics. Lo recordaba este verano la primera directora de The Guardian, Katharine Viner: las redes sociales se han tragado las noticias, dando prioridad a lo viral antes que al interés público. Es lo que se ha denominado churnalism (del inglés churn out, o producir en masa). Todos andamos en esa partida sin medir las consecuencias. Con ese vértigo y el agradecimiento por leernos me despido, pensando en que todo puede cambiar aún más rápido.
Borja Bas
Director de Tentaciones
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