CRÓNICA CONCIERTOS / Barrence Whitfield & Mambo Jambo + The Fuzillis

BARRENCE WHITFIELD
& MAMBO JAMBO
+ THE FUZILLIS
La Lata de Zinc (Oviedo)
Miércoles 22 de noviembre de 2017
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TEXTO y FOTOS: Jonathan Pérez del Río
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La tarde del 22 de noviembre los termómetros marcaban 22º… ¡en Asturias! No podemos garantizar si este repentino aumento de las temperaturas fue cosa del cambio climático o causado por la llegada al Principado de Barrence Whitfield y los Mambo Jambo.

Todos, juntos y revueltos, actuaban en la Lata de Zinc, y con este cartel la fiesta, el fiestón, estaba asegurado. El show comenzó con el habitual retraso (de una hora) de los conciertos celebrados en esta sala, algo que a la gente no pareció importarle mucho, pues en el bar de al lado estaban poniendo el Juve-Barca y el Atleti-Roma. Jornada de Champions ya saben. Fútbol y Rock&Roll. ¿Y por qué no?

En medio de la tertulia futbolística (¿por qué no juega hoy Messi?) se colaban piropos hacia los teloneros: cuidado con The Fuzillis que la pueden liar. Dicen de ellos que son los primos hermanos de los pollos más locos del R&R, los MFC Chicken, y es que tanto el saxofonista Spencer Evoy (sustituyendo provisionalmente a T-Mag Maguire) como el bajista Zig comparten bandas,  siendo además este último el padre del guitarrista, Dan Martin Jr, un jovenzuelo de 22 años que es un torbellino sobre el escenario.



Y lo cierto es que los londinenses la lían parda desde el minuto uno. Llegué con la tercera canción y el ambiente ya estaba agitado. Y la cosa estaba empezando. Disparan intro-mentals (intrumentales mentales como ellos definen sus propios pildorazos, incluidos muchos de ellos en su carta de presentación “Grind A Go Go, Volumen 1”) y versiones alocadas de los Stooges (“No Fun”), de Etta James (el “Tough Lover” pasado por el filtro de Nick Curran) o de The Gentlees (“Take It Off”), y el cenit llega con el selvático “Ungawa”, momento en el que comienzan a repartir carteles con el nombre de la canción, invitando a subir a la gente al escenario (¿cuánta peña había por metro cuadrado en las tarimas?), dividiendo la sala claramente en dos: los que estaban arriba y los que estábamos abajo. Y lo agradecimos, pues la Lata de Zinc estaba a reventar y fue la única ocasión en la que pudimos coger algo de aire. Porque de ahí al final no hubo respiro. 25 trallazos en poco más de una hora de Frat Rock, R&B, Exótica, Swing, Twist, Rock Garaje o Boogie Boogie. Velocidad no apta para todos los públicos.




Que los Fuzillis sean los teloneros es una soberana putada para los que van después. Y es que no es fácil tocar tras semejante tsunami. Pero es que los que se suben al escenario son los supersónicos Mambo Jambo, y lo hacen con la confianza que les da ser una de las mejores bandas de R&R instrumental del continente. Y si a ello le sumamos la presencia como frontman de Barrence Whitfield, el aullador de Boston, uno de los últimos screamers del R&B, el resultado es una bomba de relojería a puntito de explotar. Y nos explotó en toda la jeta.


Era la tercera ocasión que veía a los Mambo Jambo y las tres en escenarios muy diferentes. La primera jugando en casa, en la Sala Apolo de Barcelona; la segunda en el mejor festival de Rock&Roll del país, el Azkena de Vitoria; y esta tercera en un escenario que les quedaba, literalmente, pequeño. Apenas podían moverse, y tocaron como fieras enjauladas, contenidos pero transmitiendo igualmente todo un torrente de energía. Arrancaron con dos instrumentales (“Fuego Cruzado” y “The Whip”) antes de dar la bienvenida a Barrence Whitfield, que lucía una camiseta precisamente del grupo que le está respaldando en este tour. Todo queda en casa. Y la complicidad se nota. 

Barrence llena el escenario solo con su vozarrón sin necesidad de moverse mucho (tampoco había sitio para lucimientos). Los screamers (o aulladores) son especies en peligro de extinción, y escuchar a uno es como viajar en el tiempo a los primitivos Rock and Rollers de los 60. La voz de Barrence no necesita escolta, pero por si acaso ahí están Anton Jarl, Ivan Kovacevik, Dani Nel-lo y Dani Baraldés para moldear una bola de demolición que arrasa con todo.



Un detalle importante fue la presencia en las primeras filas de una menor de edad. La joven, acompañada por sus padres, disfrutó como la que más del concierto, algo que es motivo de celebrar, pues en la mayoría de los sitios se le impediría la entrada, y por consiguiente, se le cerraría la puerta de la música en vivo. Ojalá algún día esto no tenga que ser noticiable.

Podemos afirmar con rotundidad que, a eso de la media noche, la Lata de Zinc era el punto más caliente de la península.  Para que un concierto sea memorable tienen que darse varios factores: buen sonido, buenos músicos, buenas canciones, una poderosa puesta en escena, y ese feedback con el público para crear esa atmósfera mágica. No cambiaría por nada esas horas que vivimos bajo tierra, en los subsuelos de la Lata de Zinc. Lo resumiré diciendo que si no fue el mejor, sin duda fue uno de los conciertos del año. 

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