CRÓNICA CONCIERTOS / Tsunami Xixon 2018

TSUNAMI XIXON
La Laboral (Gijón)
3 y 4 de agosto de 2018
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TEXTO y FOTOS: Jonathan Pérez del Río
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¿Quién dijo que segundas partes no son buenas? La segunda edición del Tsunami Xixon volvió a ser todo un éxito que se tradujo en otro Sold Out. Te lo contamos. 

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VIERNES 3 AGOSTO 

Para muchos el festival comenzó con Marky Ramone y su banda, que con un volumen infernal recordaron himnos para los nostálgicos como "Pet Cementery", "Rockaway Beach", “Do you remember Rock’n’Roll Radio?” o la encargada de cerrar el show, la previsible "Blitzkrieg Bop"




Si le teníamos ganas a una banda, esa era Royal Republic, El carisma desbordante de Adam Grahn (incluso sin bigote) se impone al instante. Sin apenas saludar comienzan a disparar hits imbatibles, frescos y enérgicos como "Underwear", "WeekEnd-Man", "Tommy Gun", "Baby", "Getting Alone" o "Everybody Wants To Be An Astronaut" y una versión tremebunda del "Battery" de Metallica Tras acabar su concierto, así en caliente, me parecieron de lo mejor del festival. Al llegar a casa, ya en frío, también. Royal Republic lo tienen todo para petarlo: un frontman imperial, una imagen atractiva, talento, y sobre todo, un buen puñado de canciones redondas. Cuesta entender porqué no están mucho más arriba.





Turno para nuestros amigos de Minor Empires, viejos conocidos a los que ya disfrutamos en Sala, y ahí es donde mejor  se manejan. Tanto si aprietan los colmillos ("The Regrets Of The Dying") como si bajan las revoluciones al máximo (preciosa "If I Gone" dedicada a ese amigo que ya está) los madrileños siempre dejan pinceladas de su buen gusto. 



Gogol Bordello son la ONU sobre el escenario: por la banda circula sangre ucraniana, etíope, rusa, británica, ecuatoriana, israelí, rumana, bielorrusa y americana. Imagínense lo que puede salir de semejante cruce de culturas. Pues eso, una propuesta inclasificable que no entiende de fronteras y mucho menos de géneros (¿Gypsy Punk?). Obviando etiquetas, el que no se venga arriba con temas como "Pala Tute" o "Wonderlust King" es que está muerto por dentro. 





Pensaba que Dead Bronco podían ser una moneda al aire pero su concierto no admitió dudas: Matt Horan y sus secuaces le sacaron músculo a las mandolinas, banjos y contrabajos y mostraron su versión más macarra. Se juntaron el hambre con las ganas de comer y la peña, que venía caliente, respondió echando gasolina al fuego. Bolazo. 




Con The Prodigy el cuerpo nos dijo basta. Los británicos empezaron media hora tarde y en cuanto los graves atronaron algunos comprendimos que esa no era nuestra plaza. Así lo dejamos hasta el sábado: con la fiesta en el cenit, y con las luces rojo sangre alumbrándolo todo. 


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SÁBADO 4 AGOSTO 

El sábado, nada más cruzar al Patio de la Laboral, un Deja Vú nos vino a la cabeza: justo hace un año, otro power trio se imponía como lo mejor del festival. Aquel día fueron los alemanes Kadavar. Ahora eran 3 jóvenes islandeses los que se hacían notar. Fieles a la escuela del Hard Rock de raíces setenteras, The Vintage Caravan sonaron impecables y su directo fue de los de sentar cátedra. Ellos son el futuro y el presente del género. La pregunta ya flotaba en el aire: ¿alguien va a superar esto?




Los primeros que sufrirían esa comparación odiosa fueron Pingüino, que se plantaron en el escenario pequeño bajo un sol de justicia que hizo que la gente prefiriese ver los toros desde la barrera, ósea, refugiados a la sombra. Excepto un puñado de valientes que apoyaron a los de Cangas del Narcea bailando divertidos temas a caballo entre el Punk Rock melódico y el Power Pop sin importarles morir achicharrados 


Millencolin nos recordaron horas de vicio con el Tony Hawk de la primera y entrañable PlayStation, y por momentos volvimos a tener 15 años escuchando "Penguins & Polarbears” o “No Cigar” . Más allá de las sensaciones, poco. Su directo no pasará a la historia. 



El caso de Viva Belgrado es de los curiosos: los cordobeses son llamados por cualquier festival de nuestro país a pesar de dar la impresión de no encajar en ninguno de ellos. Viva Belgrado hacen su show como si estuviesen en una burbuja, ajenos al revuelo que pueda haber a su alrededor. Se entregan y se vacían como si fuese el último día de sus vidas, y al final, las ovaciones que se llevan sirven para ver recompensado su esfuerzo. Poesía y biela. Grupo de culto de nuestra escena.


Niña Coyote eta Chico Tornado se vieron en el escenario grande (debido a que Lagwagon perdieran sus vuelos modificando los horarios del festival) con una buena oportunidad de enseñar todo su potencial. Vestidos totalmente de rojo, al más puro estilo The White Stripes, Koldo Soret y Ursula Strong ofrecieron una actuación incendiaria, llena de riffs poderosos, electricidad estática y Stoner Rock. Fueron calentando al público para llegar a tope a un final salvaje con una versión del “Killing In The Name” de Rage Against The Machine que hizo temblar los cimientos de la Laboral, y poner el broche a su gran actuación con “Lainoa”. De lo mejor del festival.




The Hives aparecieron con sus trajes en riguroso blanco y negro y arrancaron con “Come On!” (artefacto sonoro efervescente de poco más de un minuto ideal para abrir un concierto). Y a partir de ahí se inmolaron. Soltaron algún fogonazo (“Won’t Be Long” o “Hate To Say I Told You So” con esos riffs marca de la casa que podrían sonar perfectamente en los menús del FIFA), y ya. El resto fue un intento de Pelle Almqvist por demostrar su verborrea congelando el concierto en cuanto este levantaba el vuelo. Al final, el concierto de The Hives fue como uno de esos libros a los que les sobran más de la mitad de las páginas: una decepción. Pitos para ellos.


Los Coronas mezclaron sus clásicos de toda la vida con temas de nueva cosecha (maravillosa “La Fiebre”, su incursión en terrenos casi discotequeros). Pueden gustar más o menos pero pocas bandas tienen la solera y el aplomo de Los Coronas sobre un escenario. Sonidos fronterizos con mucho picante, aroma a Western y polvo del desierto. Si uno se deja llevar, la travesía con ellos es una gozada.  


Llegamos a un patio a rebosar de gente para ver a Bad Religion. Entraron a fuego con “Generator”, y a partir de ahí, por delante tendríamos otros 36 temas más, divididos en dos partes: primero los grandes éxitos; luego el “Suffer” enterito (disco mítico del que se cumplen 30 años, más de los que tenían la mayoría de los presentes). Eso sí, muchos, entre los que me incluyó, hubiesen cambiado el orden, comenzando primero con el homenaje a “Suffer” y terminando por todo lo alto con los clásicos (sobran las presentaciones para himnos como “Stranger Than Fiction”, “You”, “American Jesus”, “21st Century Digital Boy” o “Los Angeles Is Burning”). De las 3 veces que les vi, esta fue la que mejor sonaron. Pero con estos grupos los conciertos siempre se me hacen un poco largos.





La noche, y el festival, lo cerrarían Lagwagon. Eso sí, Joey Cape y los suyos salieron a escena ante mucha menos gente, pues muchos ya habíamos optado por la retirada. Con aromas de Skate Punk se cerraba un nuevo capítulo, el segundo, del Tsunami Xixon. Y a buen seguro que no será el último. 

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