CRÓNICA CONCIERTOS / La M.O.D.A
LA M.O.D.A.
Espacio Estilo (Oviedo)
16 de noviembre de 2018
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TEXTO y FOTOS: Jonathan Pérez del Río
Quiso el destino que en medio año me encontrase 3 veces en la carretera con La Maravillosa Orquesta Del Alcohol. La primera, dentro de la programación del Gijón Sound Festival; la segunda, dentro del Festival Las Músicas en Avilés. Su tercera parada en Asturias en 6 meses les traía en esta ocasión al Espacio Estilo de Oviedo, que minutos antes del show tenía una una extensísima cola que serpenteaba por la acera y daba la vuelta a la esquina.
Cuando las luces del Espacio
Estilo se apagaron, la muchedumbre se volteó hacia el escenario, donde ya
estaba anclado el septeto de Burgos. Firmes, con la cabeza bien alta, con la convicción del que sabe
que pertenecen a ese lugar y que nada ni nadie va a bajarles de ahí.
Con “Mil Demonios” se produce la llamada, y
el público se llena de energía en busca de ese faro que les guíe entre la
oscuridad de la noche. Aunque haya
tormenta y la mar esté embravecida (“Brindemos
por la tempestad quién sabe qué vendrá detrás"), con La
Maravillosa Orquesta del Alcohol nos sentimos a salvo, porque, “Al fondo, entre las sombras, la luz ha
dibujado una frase: no estás solo en este mundo”.
El dar más de 90 conciertos en un
año te da un rodaje evidente, y eso se aprecia en como se compenetran sobre el escenario, aún teniendo poco margen para maniobrar. Una maquinaria perfectamente engrasada que consigue que los
amplis escupan un sonido tan empastado
que las pulsaciones del personal parecen borbotear al son de los acordes. Las
emociones giran alrededor del escenario como remolinos. David escupe versos
como si fuese una ametralladora lírica, y los mensajes salen disparados con la
fuerza de un tifón.
Con cada estribillo se produce una
explosión de júbilo y frenesí, y las gargantas responden al unísono con una
pasión infantil. Para lo bueno y para lo malo, La M.O.D.A. dan exactamente lo
que se espera de ellos. Sin salirse del guión, interpretan sin respiro casi
todo su repertorio como si de una misión se tratase: un total de 26 temas, incluso algún nuevo, como "Altamira" o "El Camino", incluidos en su último trabajo, el EP titulado “7:47 (ni un minuto más)”, producido por
Steve Albini (os suena el "In Utero" de Nirvana ¿no?).
¿Qué se les pasará por la cabeza a estos chicos cuando
vislumbran desde el escenario a un público enfervorecido que les da réplica en
cada palabra? ¿Qué se forja, qué cristaliza en esos momentos? ¿Qué sentirán sabiendo que, para mucha gente, son los héroes del
sábado, pero cualquier día del año? Supongo que orgullo y satisfacción por el trabajo bien
hecho. Porque se lo merecen.
Son héroes porque consiguen
transmitir una pasión incuantificable por la música. ¿Y no es la música una de
las mayores pasiones que puede sentir una persona?
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