LITERATURA / Don Winslow
Don Winslow se hizo con el Premio RBA de Novela Negra en el 2015 gracias a "El Cártel", una colosal narración que se mueve entre los áridos escenarios mexicanos y los despachos de Washington. Plumillas como Harlan Coben han dicho de esta obra que es "un puñetazo en el estómago. Una novela grande, ambiciosa, violenta y sumamente entretenida". Pues eso mismo.
Se convirtió en su propio blues, en un fracasado de Tom Waits, en un santo de Kerouac, en un héroe de Springsteen bajo las luces de la autopista estadounidense y el brillo del neón. En un fugitivo, un aparcero, un vagabundo, un vaquero que sabe que se le acaba la pradera pero sigue cabalgando porque no le queda otra cosa que hacer sino cabalgar.
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Keller observa a la chica contonearse en la barra de estriptis en una patética parodia de la lujuria. (...) Keller contempla a la chica y su desganada rutina, que es casi profiláctica en sí misma. Es joven y delgada, y sus ojos están vacíos, incluso cuando intentan mirar fijamente a los hombres para que deslicen billetes en un tanga amarillo que no le sienta bien. Sus movimientos son más robóticos que eróticos. (...) El lugar no puede ser más deprimente. Universitarios estadounidenses borrachos, hombres tristes de mediana edad, camareras y putas aún más tristes y, por supuesto, narcos. No son los más grandes, sino traficantes de baja o media categoría y aspirantes, en su mayoría vestidos con el atuendo del narcovaquero norteño.
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Gerardo Vera pasa la noche con su última amante. Buen vino, buena comida y mejor sexo.
Bebida, comida y mujeres. ¿Qué más hay en la vida?
- ¿Dios? -le había preguntado Aguilar cuando le expuso su filosofía durante un almuerzo.
- Eso es en la próxima vida -dijo Vera-. Me preocuparé de eso cuando llegue allí.
- Entonces será demasiado tarde.
- Sí, padre Luis.
Luis cree en el cielo y el infierno. Vera sabe que no existe ninguno de los dos.
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"Joder -piensa Keller-. Me está ofreciendo el puesto de jefe de un programa de asesinos".
Como en sus viejos tiempos en Vietnam.
Operación Phoenix.
Pero esta vez, él está al mando.
- ¿Por qué yo? -pregunta Keller-. No eres precisamente el presidente de mi club de fans.
- Eres un hombre solitario y amargado, Art -responde Taylor-. Eres el único hombre que tengo que posea determinación y que esté lo bastante enfadado y tenga cualidades para hacer esto.
"Es honesto", piensa Keller.
Y Taylor tiene razón.
Acepta el trabajo.
Recuerda lo que oyó decir en una ocasión a un sacerdote.
Satán solo puede tentarte con lo que ya tienes.
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