CRÓNICA CONCIERTOS / César Pop + Fetén Fetén
Las variables que influyen en que cada concierto sea distinto pueden ir desde quién tenemos sentado a nuestro lado, hasta la atmósfera que se pueda crear en la sala debido al feedback entre artista y público. Para César Pop, el de anoche fue un concierto atípico principalmente por el lugar en el que se celebraba: el otrora cine Fantasio de Navia -ahora remodelado y convertido en teatro-, dónde César se empapó de cine en sus días de juventud con el visionado de sagas como "Regreso al futuro" o "Loca academia de policía", o clásicos como "Los Goonies" o "Pulp Fiction".
A pesar de tener un curriculum envidiable que nos ocuparía unas cuantas líneas (y ya que estamos, mejor que resumirlo por escrito, merece mucho más la pena escucharlo), o de compartir escenarios y noches de bohemia con grandes del pop rock nacional, César se confesó nervioso, y es que nadie dijo que tocar en casa fuese fácil. Eso no quiere decir que no disfrutase de la velada, en la que además le acompañaron Jorge Arribas y Diego Galaz, las dos patas de ese dúo inclasificable llamado Fetén Fetén.
Jorge y Diego no son compañía baladí. Ambos tocan todo lo que tengan a su alcance. El primero el violín, el serrucho, percusiones varias, conchas, cucharas o instrumentos medievales como la zanfona; el segundo, más centrado en el acordeón, tampoco le hace ascos a nada: bien sea una gaita casera o una silla de playa reconvertida en flauta. Dado que César se ocupa de guitarras y teclados, más que un trio, las posibilidades de esta formación ocasional son las de una orquesta exótica.
Eclecticismo palpable en un repertorio que no solo se centra en el cancionero de sus respectivos proyectos. Una propuesta tan divertida y original como el título con el que la han bautizado. "La Fantabulosa Salida de la Madriguera Tour" no ofrece un show convencional, y sin embargo, es apto para todos los públicos.
Cuando miré el reloj eran ya las nueve y media de la noche, que en los tiempos que corren es casi como decir las seis de la mañana. Y en esas horas en las que los últimos supervivientes de una noche de excesos enfilan su camino a casa, con los bares echando con la escoba a los últimos "caídos", es en esa franja horaria donde las rancheras duelen como un pinchazo, alcanzando el estatus de himno para la plebe etílica. Cuando entonaron la última, "Gota a gota", nos invitaron a unirnos a ellos para redondear, a capella, un bonito broche para otra noche de cultura segura y de conciertos en tiempos pandémicos.
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