LITERATURA / Daniel J. Levitin
DANIEL J. LEVITIN
Tu cerebro y la música
La música, como el lenguaje, forma parte de lo más profundo de la naturaleza humana. En "Tu cerebro y la música", Daniel J. Levitin nos descubre una nueva manera de entender la música y comprender el papel que juega en nuestras vidas. A algunos les parecerá un tostón infumable, pero también es de recibo decir que toca temas muy interesantes.
Ejecutivos publicitarios, cineastas, comandantes militares y madres aprovechan el poder de la música para hacer que un refresco, una cerveza, un calzado para correr o un coche parezcan más atractivos que sus competidores. Los directores de cine utilizan la música para explicarnos lo que sienten en escenas que de otro modo podrían ser ambiguas, o para intensificar nuestros sentidos en momentos especialmente dramáticos. (...) La música se utiliza para manipular nuestras emociones y tendemos a aceptar, si es que no a disfrutar directamente, esa capacidad que tiene para hacernos experimentar diversos sentimientos. Madres de todo el mundo, y remontándonos hacia atrás en el tiempo todo lo que podamos imaginar, han utilizado el canto para dormir a los niños pequeños, o para distraerlos de algo que les ha hecho llorar.
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El timbre de un sonido es la característica principal que diferencia el rugido de un león del ronroneo de un gato, el restallar del trueno del estrépito de las olas del mar, la voz de un amigo de la del cobrador de facturas al que uno está intentando eludir. La discriminación tímbrica es tan agua en los humanos que la mayoría de nosotros podemos reconocer centenares de voces distintas. Podemos saber incluso si alguien próximo a nosotros (nuestra madre, nuestra esposa) es feliz o está triste, está sano o tiene un catarro, basándonos en el timbre de su voz.
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Se cree que a una edad muy temprana los bebés son sinestésicos, es decir, no pueden diferenciar los mensajes de los diferentes sentidos y experimentan la vida y el mundo como una especia de unión psicodélica de todo lo sensorial. Los bebés pueden ver el número cinco como rojo, gustar quesos de Cheddar en re bemol y oler rosas en triángulos.
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Los modelos de memoria de huella múltiple, dado que preservan el contexto, pueden explicar también cómo recuperamos a veces recuerdos antiguos y casi olvidados. ¿No te ha sucedido nunca ir andando por la calle y percibir de pronto un olor que hacía muchísimo que no percibías, y que eso desencadene un recuerdo de un acontecimiento de hace mucho tiempo? ¿O no has oído una vieja canción en la radio que te remite de inmediato a recuerdos profundamente enterrados relacionados con la ´época en que esa canción fue popular por primera vez? La mayoría de nosotros tenemos un conjunto de recuerdos que tratamos de una forma parecida a un álbum de fotos o de recortes de prensa. (...) Podemos concebir esto como un repertorio de los recuerdos, aquellos recuerdos que estamos acostumbrados a evocar, algo así como el repertorio de un músico y las piezas que sabe tocar.
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(...) la gente con buena apariencia tiende a ganar más dinero, a conseguir mejores trabajos y a declarar que es más feliz. Incluso independientemente de si uno se considera atractivo o no, haya nacido con rasgos faciales que asociamos a la honradez (ojos grandes, por ejemplo, con cejas arqueadas) es alguien en quien la gente tenderá a confiar. Es posible que mostremos más respeto hacia una persona alta que hacia una baja. Muchos de los incidentes que nos suceden en la vida están condicionados en cierta medida por cómo nos ven otros.
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