CRÓNICA CONCIERTOS / Morgan
Hay momentos que, mientras los estás viviendo, sabes que los vas a recordar con total claridad. Aviso: me voy a poner un poco intenso. La fría noche del sábado 2 de noviembre del 2019, en el Hallowindie de León, era la primera vez que veía a Morgan en directo, y me bastó escuchar “Home” para que derrumbasen todas mis defensas. Vale, seguramente ayudase también el whisky, que sí, no lo voy a negar, pero el impacto fue tal que aquel mismo día me prometí volver a verles lo antes posible para repetir la experiencia.
Desde luego, no fue tan pronto como me hubiese gustado. 846 días después, pandemia mediante, todos los kilómetros que recorrí (por tierra, mar y aire) desde aquel día y hasta ayer, trazaron el camino marcado para acomodarme (de nuevo) ante ellos en el patio de butacas rojas del teatro de la Laboral.
No sorprende, pues, que mis expectativas se disparasen a niveles de fantasía, y quizás precisamente por ello la primera media hora de concierto me pareció algo tediosa. Era sábado de carnaval (apostaría a que el motivo por el que hubo una entrada más pobre de la esperada) y el arranque (con “Hopeless prayer”, “River”, “Blue Eyes”, “Attempting”, “On and On”, “Goodbye” y “Work”), aún siendo impecable, contrastó con el ritmo más agitado que se respiraba en estas festividades.
“Paranoid Fall” sí que puso nervio, y de ahí en adelante el concierto fue cogiendo vuelo. “WDYTYA?” sonó deliciosa. La banda -siempre guiada por los latidos que imprime Ekain Elorza- comenzó a sentir el mojo. Ya no está Alejandro Ovejero (“el apicultor más guapo del mundo”) del que se acordaron con cariño, y Morgan se transformaron de quinteto a sexteto. Siendo todos unos cracks, no hay alardes en ninguno de sus integrantes: Paco López (guitarra de atmosferas pinkfloydianas), Alejandro Climent (pura clase al bajo), David Shultness (R&B a las teclas), Javi Planas (multinstrumentista –percusión, teclados, congas, guitarras- al servicio del grupo), y Nina. ¿Qué decir de Nina de Juan que no se haya dicho ya? Su voz es como una navaja suiza, y hasta cuando coge aire suena a música. Nina te golpea a bajas revoluciones y dejas de oponer resistencia: “Volver”, “Un recuerdo y su rey” y “Home”. Como la anestesia del dentista: para cuando quieres darte cuenta estás babeando.
Con los bises Morgan subieron la apuesta un poco más si cabe: “Alone” (solo por esta pieza vale la pena la entrada), “El sargento de hierro” y la funky “Another Road” consiguieron que el público no se aguantase más y acabase puesto en pie para dedicarles una sonora ovación. Y eso que quedaba la despedida con la preciosa “Marry You”.
Para el que esto escribe Morgan son uno de los mayores tesoros que tenemos en nuestra música. Demasiado buenos como para ignorarlos.
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