CRÓNICA CONCIERTOS / Viva Belgrado
Como cuando en las excursiones del cole esperábamos en el autobús a que los profes pasasen lista por si alguno/a se había extraviado, a diez minutos para las 22:30 ya estábamos todos listos y presentes en La Salvaje para recibir a Viva Belgrado.
Como me comentó David Cuerdo al saludarnos, la de ayer era una de esas noches “para disfrutar”. Dos Djs (para el pre y el post concierto) y todos los papeles vendidos para el show.
Sin hacer ruido, el cuarteto apareció en un escenario iluminado tímidamente por unos focos rojo sangre –que no se cambiarían hasta el ecuador de la sesión-, y, sin alardes en las presentaciones, atacaron con “Una soga”, pieza encargada de abrir su tercer y último largo, “Bellavista”.
Muchas cosas han cambiado desde nuestro último encuentro con ellos en esta misma sala (entre medias nuestros caminos volvieron a cruzarse en diferentes festivales como el Osa Do Mar o el Tsunami Xixón). Aquel domingo 22 de enero del 2017 venían presentando “Ulises”, su segundo largo, y todavía eran unos jovenzuelos ilusionados con comerse el mundo. Para más inri, la prensa independiente les cargó con la pesada losa de ser los encargados de llevar el screamo al siguiente nivel en nuestro país. Mucho más adultos y maduros, tras años de trabajo y giras por Europa, América o Asia, Viva Belgrado se encontraron con que en la industria musical rara vez cosechas lo que siembras, aunque en su caso, la recompensa no es baladí, pues llenar salas (aunque sean modestas) haciendo el estilo de música que hacen, es ya un reconocimiento para estar muy orgullosos.
Cuando aprietan, descargando tormentas eléctricas, nos llevan a pensar tanto en The Ocean como en At The Drive-In, suavizados por delays de guitarra envolventes al más puro estilo The Edge. Pero en su música hay evolución, algo ha cambiado. También lo ha hecho el mensaje de sus letras: ya no pretenden impresionar a nadie, más bien fabrican un discurso con el que poder verse reflejados con el paso de los años.
Con todo esto, la actitud y la entrega mantienen las mismas directrices: vaciarse como si fuese el último concierto de sus vidas, y más en los tiempos de incertidumbre que vivimos. Un ejemplo de este ejercicio de supervivencia es la incorporación a la carrera de Jaime Ladrón -cantante y guitarrista del grupo Catorce- sustituyendo maravillosamente bien a Pedro, ausente por motivos laborables. No hay tiempo para lamentarse, hay que tirar pa’lante.
Los conciertos de Viva Belgrado son breves pero intensos. En sesenta minutos sin respiro, diecisiete cartuchos de mecha corta, picoteando sin miedo entre todo su repertorio: desde sus tiernos inicios (el abrasivo “El gran danés”) hasta la canción más reciente de todas (“Pena sobre pena”, recién salida del horno). No faltaron clásicos como “Annapurnas” (debilidad personal), “Báltica”, “De carne y flor” o “Por la mañana, temprano”, que empastaron perfectamente bien con las más recientes, como “Un collar”, una delicia que se quiebra por sorpresa, abriendo una pequeña grieta por la que asoma su vena flamenca, porque al igual que Califato ¾, Derby Motoreta´s Burrito Kachimba o Rosalia le están dando una vuelta de tuerca al flamenco, ellos no se cierran ninguna puerta de cara al futuro. Y algunos nos dejaremos arrastrar encantados por dónde quieran llevarnos.
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