LITERATURA / Alejandro Palomas
ALEJANDRO PALOMAS
Un perro
"Un perro" aborda el vínculo que se crea entre un hombre y su perro, pero también el universo familiar. La obra de Alejandro Palomas ha sido traducida en diez idiomas, y entiendo que su manera de describir sentimientos con su prosa sencilla, enganche a un público amplio. Sin embargo, y a pesar de que la temática del libro me atrae, no me acabo de creer a ninguno de los personajes del libro. Puede que por eso me dejase a medias a pesar de tener ramalazos brillantes.
Todavía ahora, cuando nos miro y me acuerdo de esos días difíciles, sigue sorprendiéndome hasta qué punto nos es difícil perdonas a quienes más queremos, cuando en realidad tendría que ser al revés. Y es que, a pesar de lo que aprendemos, de lo que vemos, oímos, tocamos... de o que la vida y los años nos enseñan, es imposible evitar que siga siendo el perdón, o su ausencia, la medida del amor. Cuanto más queremos, más cuesta perdonar, porque el miedo al dolor repetido es también mayor y porque cuando alguien muy querido nos falla, la vida se derrumba entera, el niño que hay dentro se queda desnudo y todo duele más.
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Y es que en ese momento de mi vida yo todavía ignoraba que las respuestas a las heridas más profundas suelen llegar cuando lo que somos queda definitivamente atrás y las explicaciones ya no sirven para calmar el dolor, sino para integrarlo en lo que somos o fuimos. No sabía que esas respuestas son las piezas de los rompecabezas que se quedan para el final porque parecen no encajar en ningún hueco. Por eso, explicar mientras dolemos es una trampa: el dolor hay que dolerlo entero, dejar que la médula se impregne de él y que el plexo se oscurezca hasta obturarse.
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Entendí que, aunque cuando el perro es tuyo deja de ser un perro para convertirse en un nombre, en unos ojos, respuestas, presente continuo y biografía en común, para los demás no llega nunca a ser alguien, por mucho que para quien lo vive sea más alguien que muchos que debieron serlo en su momento, y que esa dificultad para definir, ese agujero negro de emociones, convierte su muerte en un limbo extraño cuya intensidad cuesta compartir, porque llorar a un perro es llorar lo que le damos de nosotros, con ellos se va la vida que no dimos a nadie, los momentos que nadie vio. Se va el guardián de los secretos y con él se van también los secretos, el cofre, el rompecabezas que guardamos dentro y también la llave, recortándonos la vida.
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