CRÓNICA CONCIERTOS / Nacha Pop
¿Se justifica un concierto pobre con una buena taquilla? ¿Cabe acudir a este tipo de actuaciones siendo conscientes de que se va a consumir un sucedáneo? ¿Tiene sentido escuchar “Lucha de gigantes” o “Chica de ayer” cantada por otro que no sea Antonio Vega?
Debates aparte, su primo, Nacho García Vega –cofundador de la banda y único integrante que queda de la formación original-, lo dejó bien claro desde el principio: esto lo hacen por todos los que algún día formaron parte de esta banda histórica. Suena honesto y me lo creo.
El problema es que se lo crea el resto del público: habrá gente dispuesta a fantasear con lo que pudo haber sido; y otra, en cambio, con ganas de fusilar a aquellos que se suben al escenario a profanar un legado histórico.
Lo que no admite discusión es su profesionalidad: Nacho se rompió la pierna hace poco en medio de un concierto, y no solo no acabó ese concierto, sino que se propuso no cancelar ninguno de los compromisos restantes, aunque el precio fuese tocar sentado con una "pierna biónica" en el aire.
Tampoco hay duda de los músicos que acompañan a Nacho, que no son mancos precisamente: mención especial para Francis García, que se entregó al saxofón, a la acústica e incluso a la pandereta. La clase y las tablas se palparon en algunos impulsos, como en “Sal y limón”, una de las canciones de cosecha reciente, y es precisamente en estas en las que pueden desmarcarse de la alargada sombra de Antonio, y brillar como un grupo con personalidad propia.
No tiene nada de malo mantener vivo el espíritu de Nacha Pop. Sin embargo, en ningún momento me creí estar viendo a aquella banda mítica de la Movida. Para mí, sin el duende de Antonio, esto no tiene ningún sentido. Espero y deseo que el resto de los presentes lo hubiese visto de otra manera.
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