CRÓNICA CONCIERTOS / Richard Galliano & The New York Tango Trio

RICHARD GALLIANO &
THE NEW YORK TANGO TRIO
Fantasio (Navia)
Lunes 7 de agosto de 2023
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TEXTO y FOTOS: Jonathan Pérez del Río
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En la previa del segundo concierto del XXI Festival Horacio Icasto, Juan Coloma contó una bonita anécdota. Al parecer, Horacio le comentó al propio Coloma que “nadie interpretaba a Piazzolla como Richard Galliano”. Años después, en una cena en el Hotel Blanco, Coloma le puso un vídeo de Horacio al propio Galliano, y este, tras el visionado, le espetó a Coloma: “nadie interpreta a Piazzolla como tu amigo Horacio”

Citando los primeros versos de un poema del venezolano Eugenio Montejo: “La tierra giró para acercarnos, giró sobre sí misma y en nosotros, hasta juntarnos por fin en este sueño”. En este caso, los dos se pusieron de acuerdo sin necesidad de haber coincidido ni haber cruzado palabra.

Y por si esto fuese poco, Richard Galliano propició un vínculo aún mayor con Horacio cuando interpretó una pieza (con Coloma como vocalista), tocando el bandoneón que la familia de Horacio cedió al festival que lleva su nombre.

Esta es la tercera vez que Galliano visitaba Navia. Y esta, sin duda, fue la que más me gustó. No soy partidario de que se repitan artistas en ningún festival, pero el show que iba a ofrecer el acordeonista franco-italiano iba a distar mucho de los anteriores, principalmente por los dos musicazos que le acompañaban en formato trío: Adrien Moignard a la guitarra y Diego Imbert al contrabajo.

Otro punto importante es que sus anteriores conciertos se habían celebrado en la Nave de El Puerto y en la Iglesia, espacios que no pueden competir con la inmejorable acústica de El Fantasio.

Volviendo a sus dos secuaces. Adrien es un verdadero fenómeno a las seis cuerdas, un virtuoso que es capaz de sacar humo a su acústica con punteos vertiginosos con los que es inevitable acordarnos de Django Reinhardt. Al contrabajo, Diego Imbert está obligado a pasar más desapercibido, aunque él carga con la responsabilidad de llevar el pulso, ejerciendo de metrónomo y de colchón para que luzcan sus dos compañeros.

Con esos mimbres, el encargado de darle brillo al asunto es Galliano, un maestro con un currículo de vértigo. Ha colaborado (y cito solo algunos nombres porque la lista es de proporciones bíblicas) con Chet Baker, Wynton Marsalis, Claude Nougaro, Charles Aznavour o Serge Gainsbourg. Tótems del Jazz y de la Chanson, dos mundos de los que se nutre la música del acordeonista de Cannes, que con esta formación, también tiene la picardía del tango.

Richard Galliano es capaz de extender las capacidades del acordeón, haciendo lo que quiere con aparente facilidad, como si el instrumento formara parte de su tejido óseo. Guste más o guste menos, su elegancia y buen gusto son incuestionables. Adrien y Diego le estudian, siempre atentos a sus movimientos, como cuando Richard sostiene una nota y está se hincha en el aire. Incluso me atrevo a decir que Galliano es capaz de verlas haciendo dibujos en el aire, pues en sus interpretaciones suele quedarse mirando, embobado y con cara de bonachón, hacia las nubes, en este caso, al gallinero del Fantasio.

Cada pieza supera a la anterior, y en el transcurso de estas, el silencio es tal que podría escucharse caer una punta. No exagero, a mí me daba tal apuro estar con la cámara que hice solo veinte disparos: nueve de ellos son los que ilustran esta crónica de un concierto sobresaliente. 










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