VIAJES / Portugal

P  O  R  T  U  G  A  L
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FOTOS: Jonathan Pérez del Río
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Un pequeño road trip por el norte de Portugal: 4 días; 4 ciudades. Huelga decir que por importancia y por su belleza decadente, Oporto es el principal reclamo. El Duero serpentea la ciudad y la separa de su vecina Gaia (hay cierto pique entre ambas). Lo cierto es que las mejores postas de Oporto están, evidentemente, al otro lado del río. Y de los muchos miradores para disfrutar de un atardecer que caiga sobre la ciudad y sobre el puente Luis I, las Kitties Rock son una excelente opción. Un nido de avispas parecía custodiar el acceso a las Rocas de los Gatos (la mitad de los que pasamos se llevó una picadura), pero una vez allí las vistas son fantásticas. El famoso vino de Oporto (que ni probé, soy más de whisky) se degusta en Gaia precisamente. Callejeando por Gaia os encontraréis con el famoso Half Rabbit, arte urbano foco de Instagramers, un conejo hecho con materiales reciclables.  

Oporto es como un pueblo grande y la mejor forma de conocerlo es perderte por sus calles (especialmente por el Barrio Do Barredo o la Ribeira). Dicen de la Librería Lello que es la tercera más bonita del mundo, aunque debido al fenómeno Harry Potter para acceder a ella tendrás que sacrificar unas cuantas horas de cola y reservar con antelación. El que esto escribe no se dignó a perder tan valioso tiempo y lo invirtió en recorrer de arriba a abajo la ciudad: las Iglesia de Carmo y Santo Ildefonso, la Capilla de las Almas, el Mercado de Bolhao o la preciosa estación de trenes de San Bento. Y para reponer fuerzas, ese sándwich mortal bautizado como francesinha. Ya podéis sudar los próximos meses para quemar las calorías. 

A Braga se va a rezar. Eso dicen los portugueses. Y no les falta razón, pues a la vuelta de cualquier esquina te espera una iglesia. A las afueras está el Santuario del Bom Jesus: al subir en zig zag sus numerosas escaleras os espera como recompensa unas preciosas vistas de la ciudad -a la que algunos que se vinieron muy arriba bautizaron como la "Roma portuguesa"-. El centro es bonito, y esconde algún rincón chulo como el Jardín de Santa Bárbara, una explosión de flores y colores. 

La última parada fue Guimarães. Me la había recomendado un amigo mío, y empiezo a pensar que lo hizo a traición. La ciudad en la que nació el país (así rezan las letras "Aquí Nasceu Portugal" que no pude ver al estar la fachada en obras) en realidad se patea en media mañana. Un pequeño paseo hacia su castillo, y entre medias, más iglesias y calles empedradas. El día estaba plomizo y gris y quizás no ayudó a verla con buenos ojos. 

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Oporto





















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Gaia







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Braga







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Guimarães 






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