CRÓNICA CONCIERTOS / Dewolff
DEWOLFF
Sala Acapulco (Gijón)
Jueves 5 de marzo 2015
La primera vez que los vi me cogieron totalmente por
sorpresa, pues reconozco que apenas les había dado unas escuchas. Saliera de
aquel directo entusiasmado, con un gozo que no me cabía en el pecho. El camino
volvía a cruzarme con Robin Piso y los hermanos Pablo y Luka Van de Poel, pero
esta vez ya no habría ese factor sorpresa. Como aliciente, venían con nuevo
trabajo bajo el brazo (su quinto largo, “Grand Southern Electric”, una obra que
supone su inclusión en terrenos aún por explorar, donde flirtean con el folk o
el jazz, aunque sin perder su vena hardrock psicodélica). Sin embargo, se palpaba
bien poca expectación en las inmediaciones de la Sala Acapulco. Algo que se plasmó
en el interior, pues seríamos poco más que un centenar de personas.
De su flamante nuevo trabajo
entrelazaron un buen puñado de canciones (“Stand Up Tall”, encargada de abrir,
“Satilla No.3”, “Dance Of The Buffalo”, “It´s About Time”, “A Little Bit Of
Loving” o “Restless Man”) con un batiburrillo de sus anteriores trabajos. Al que
esto escribe no le convencieron las nuevas canciones en directo, quizás por su
falta de pegada, quizás por la falta de escuchas, pero es cuando recurren a
cortes de la vieja cosecha cuando la cosa coge ritmo e intensidad. Y no
necesariamente cuando los chicos funcionan a altas revoluciones. Por ejemplo,
el profundo blues “Medicine” consiguió
crear una atmósfera mágica. Las siempre bien recibidas “Crumbling Heart” o
“Don´t You Go Up The Sky” (debieron de estar iluminados cuando compusieron este
hit rabiosamente adictivo y complicado de superar) aportan electricidad al
asunto, y de paso sirven para darles la razón a aquellos que se apresuraron a definirles
como un cruce entre Deep Purple y los Black Keys. A parte de estos dos
fogonazos, la realidad es otra.
Ellos mismos se autodefinen como Psychedelichardgroovin’funkyrock’n’rollin’hotbluesdrivin’hellhoundingsupersweetsixtiesexplosion
y aunque pueda
sonar a broma, lo cierto es que la cosa no va desencaminada. A lo largo del
concierto se nos pueden venir a la cabeza gigantes como The Doors, Iron
Butterfly, 13th Floors Elavators o Camel. Robin juguetea muchísimo más con su
Hammond, adentrándose en terrenos mucho más jazzísticos, contagiando a Pablo,
que entra al pique gustosamente. Para cuando quiere darse cuenta, Luka está
aportando su base rítmica a una jam sesión en toda regla.
Pero si uno busca la esencia
absoluta de estos chicos (al menos la de su primera etapa), envueltos en un constate
halo de psicodelia, “The Pistol” es un viaje a las profundidades donde Dewolff
demuestran lo bien que se manejan en los desarrollos largos, y lo bien que
saben salir de ellos, con crescendos que invitan inevitablemente a la
elevación.
Volviendo a sus más tiernos
inicios, y elegida para cerrar la velada, “Gold And Seaweed” ayuda a quemar los
últimos cartuchos con un frenético final. Otra demostración del potencial de
estos chicos que no dejan de crecer, y lo más bonito de todo, es que no sabemos
en qué dirección lo hacen.
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