CRÓNICA CONCIERTOS / Eli Paperboy Reed
ELI PAPERBOY REED
Sala Acapulco (Gijón)
Sábado 7 de marzo 2015
Hace 10 años, este chico de Boston se metió en un
estudio de Massachussetts con la intención de grabar un disco como esos que
tanto le fascinaban en su juventud. Se gestó así “Walkin´and Talking (For My
Baby) and Other Smash Hits” lanzándose en una tirada muy limitada que se agotó
fácilmente en las actuaciones locales.
10 años después, ya convertido en
estrella gracias, en parte, a impulsar ese revival del Soul de blanquitos
(también denominado “Soul de Ojos Azules”), Eli Paperboy Reed, 3 discos y muchos
conciertos después, vuelve a sus inicios, para recuperar la grabación y
llevarla en formato de directo.
Una forma maravillosa de cerrar
un vínculo con su pasado. Y para ello se ha reunido con sus dos viejos secuaces:
el batería Eli Keszler y el bajista (contrabajo en este caso) Jake Leckie. Y con estas se presentaron en
Gijón ante una audiencia madurita que parecía más preocupada de lucir sus
modelitos e inmortalizar el momento en las redes sociales que de escuchar lo
que venía de las tarimas. Sonidos y vestimentas retro. Entrar en la Acapulco
era como bajarse de la máquina del tiempo y retroceder 4 o 5 décadas atrás.
Eli, que lleva la voz cantante, intenta (cuando el murmullo
constante del personal lo permite, contaminación acústica en este tipo de
eventos) contar la historia de sus inicios, cuando tocaban blues en la calle o
en cualquier garito para pagar las rentas. Visiblemente enfadado con la falta
de respeto del público, Eli optó por tirar para adelante, subir el volumen, e
interpretar los cortes que le vieron crecer. Se sucedían así piezas de blues de
Chicago (“I Just Got To Know”) o de blues más pantanoso (“Cool Drink Of Water
Blues”), R&B más juguetón (“Walkin And Talkin”, encargada de dar título al
disco, y de cerrar antes de los bises), de baladas de blues (“Woman, Woman
Blues”) o de Soul (“Tips Of My Fingers”, “You Gonna Make Me Cry”). Mención
especial para esta última que dejó uno de esos momentos para recordar, cuando
Eli, con el cabreo acumulado por el comportamiento del público, y peleándose
con ese micro que no quería sonar, tiró todo al suelo y se enfrentó al público
a capela, haciendo callar a todos poco a poco, hasta conseguir un silencio
sepulcral donde poder lucir su chorro de voz, consiguiendo una atmósfera íntima
difícil de olvidar.
En los bises entraron versiones de
imprescindibles como un Jerry Lee Lewis a bajas revoluciones (“Who Will The
Next Fool Be”) o el R&R de Elmore James (“Shake Your Moneymaker”).
Los músicos se despiden entre una
sonora y merecida ovación, tras dos horas en las que se sudó rock and roll de
gusto excelso. Eli Paperboy Reed demostró que pueden existir versiones modestas
de Elvis Presley, aunque sea en pleno Siglo XXI, y aunque sea para audiencias
mucho más pequeñas.
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