CRÓNICA CONCIERTOS / Nick Lowe & The Straitjackets
NICK LOWE &
THE STRAITJACKETS
Sala Albeniz (Gijón)
Viernes 16 de diciembre de 2016
Se aproximan las navidades, y con ese espíritu festivo vinieron a Gijón Nick Lowe y los Straitjackets, unidos por y para la música.
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TEXTO y FOTOS: Jonathan Pérez del Río
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Nick Lowe, ¿estamos hablando de esa figura
histórica del pop-rock que nunca llegó a ser lo suficientemente reconocido, que
produjo trabajos de Elvis Costello y Graham Parker, que se casó con Carlene Carter,
hija de Johnny Cash, y que fue pieza clave en el desarrollo de la New Wave
aunque luego le vinieran los ramalazos de crooner y el gusto por el country
rock? Efectivamente, el mismo.
No sabía que seguía en activo. Y en un estado de forma envidiable, nada de arrastrarse por los
escenarios como muchos compañeros de generación. Es más, en el 2013 celebró sus
40 años de carrera con su primer disco navideño, “Seasonal Selection For All Family”, y el pasado año sacó “The Quality
Holiday Revue” junto a los Straitjackets.
¿Los Straitjackets? Perdone
si me equivoco, pero, ¿esos no son una pandilla de enmascarados que le dan a la
música Surf a base de bien? No se equivoca, está usted sembrado hoy.
Eso es como mezclar agua con aceite. Puede ser, pero tanto Nick como los Straitjackets han demostrado una versatilidad
fuera de toda duda a lo largo de sus extensas carreras, así que, salvo por las
vestimentas de cada uno, la simbiosis es excelente.
Qué curioso, me hubiera gustado verlo. No lo dude. Primero salió a
escena Nick, quien a día de hoy es un dandy
de 67 años, igual de fino y desgarbado que siempre, pero ahora luciendo tupé
plateado y gafas de pasta. Salió al escenario cantando “People Change” y la gente,
que debía de estar afuera tomándoselo con calma, se arremolinó de golpe delante
del escenario. En la segunda canción recordaría a su amigo Ry Cooder con una
versión del “A dollar short of happy”, y a la tercera ya se apuntarían a la fiesta
los Straitjackets, con sus trajes recién planchados y sus máscaras de lucha
mexicana.
Fiesta es la que lían ellos. Los conciertos de los Straitjackets tienen fama de ello, pero en este
caso se mostraban comedidos acompañando al anfitrión. Eso sí, en cuanto Nick
Lowe se tomó un descanso para, palabras textuales, irse a tomar un té, para los
enmascarados empezó el recreo, y con ello el momento de hacer travesuras. Un
despiporre que desembocó en una versión surfera del “My heart will go on” de Celine
Dion, conocida por todos por ser la canción más recordada de Titanic.
Guau, que personajes. Y cuando los
chiquillos se estaban calentando, volvió el profesor, y con Nick Lowe sobre el
escenario los Straitjackets volvieron a encorsetarse y ejercer como una perfecta
banda de acompañamiento. Eso sí, seguían sonando joyas que nos transportaban a
épocas pasadas, donde tan pronto entraban tonadillas de corte navideño, como
guiños al Bluegrass, al Country Rock o al Rock&Roll más tradicional.
Complicado quedarse con algunas favoritas, ¿no? Difícil sí, pero haciendo un esfuerzo, me quedaría con ese himno
llamado “Cruel To Be Kind” (que ya arrasaba cuando yo tenía -5 años), y con la
canción elegida para la despedida, una desnuda versión del “Alison” de Elvis
Costello, con Nick Lowe casi susurrándole al público en un momento mágico de
verdad, imposible de entender sin estar allí presente. Hay que ser muy grande
para cerrar un concierto así. O llamarse Nick Lowe. El ejemplo perfecto de cómo
debe de envejecer un artista.
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