BASADO EN HECHOS REALES / Santa Ana
Basado en hechos reales. O no. Porque muchas veces la imaginación hace el resto y probamos con una realidad paralela, por el "y que pasaría si...". Situaciones cotidianas que se cruzan con la ficción.
SANTA ANA
Era una noche como otra
cualquiera. Nada reseñable a incluir en el anecdotario de las fiestas de
prao. Decidido a cambiar su rutina, barajó las cartas, e intentó despertarle el
ánimo a los acontecimientos: bastó un simple toque en el hombro de una muchacha
para agitar su mundo durante un año.
Ella tenía la vitalidad y el
desparpajo necesario para mover montañas; él vivía en plena tempestad y con sus
propios fantasmas de vacaciones. En su cabeza, el Doctor Jekyll y el Señor Hyde
libraban su propia batalla, y en pleno conflicto, aquella joven consiguió que
ambos, por un tiempo, sacasen la bandera blanca. Él al principio se mostró
cauteloso, pero un buen día se acordó de algo que había dicho Eduardo Galeano: “Si me caí, es porque estaba caminando. Y
caminar vale la pena aunque te caigas”. Y predicó el ejemplo a riesgo de
tropezar, pues siempre es mejor escribir una historia, aunque se tuerzan los
renglones, que dejar una página en blanco.
Compartieron camas y un colchón,
butacas de cine y un sofá verde, incluso el mejor banco del mundo que, posteriormente,
alguien robó. Dieciséis playas con sus arenales, algunos con la piedra que los
cubrió. Dos mil y una noches compartiendo sueños en la distancia. Catorce
noches de Rock&Roll, algunas bañadas en whiskey, vodka y ginebra, y otras
en tequila y ron. Un incendio separados para oler juntos las cenizas y la
tierra quemada. Y en El Paso, aquel lugar mágico donde las historias se
embalsamaban en formol, también se conservó la suya: un último pétalo, pero a tu
lado. Siempre les quedará esa mirada cómplice en Santa Ana. El sueño de una
noche de verano.
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