LITERATURA / Elfriede Jelinek

ELFRIEDE JELINEK 
Obsesión



Premio Nobel de Literatura en 2004, Elfriede Jelinek (Mürzzuschclag, Austria, 1946) ataca duramente contra la extrema derecha de su país en esta obra envuelta en forma de novela policíaca. Sus palabras son como cuchillos, y cada línea es una provocación en sí misma. Con un lenguaje repleto de incisos, repeticiones e imágenes sorprendentes, Jelinek denuncia en "Obsesión" el mundo en descomposición de la sociedad occidental con una crudeza poco habitual. No apta para todos los públicos. 

…ya no hay terreno alguno que pertenezca a nadie, y punto. El principio de causa y efecto, como la OTAN mantuvo todo el tiempo durante la guerra de Kosovo: ninguna causa y grandes efectos. Imagínese, allí incluso hay gente que, en el más tenebroso e impenetrable de los retorcidos mundos, pretende abrir una bricotienda, es increíble, mientras gigantescas masas les pasan por delante a toda velocidad con agudos silbidos, directamente por las fronteras este y sur, donde viven gentes que uno desprecia, cuya lengua uno no habla, cuyas leyes uno desconoce, pero donde todo cuesta la mitad, ¡todo eso que uno se ahorra! Y además uno se puede hartar de postres, y beber e ir a la peluquería por el mismo precio que aquí uno compra un par de panecillos.
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Por el color y la forma del paquete no se puede adivinar qué es lo que contiene. No parece nada muy grande pero tampoco es pequeño. Con esto ya saben ustedes tanto como yo, es decir, todo, pero eso tienen que agradecérmelo ustedes únicamente a mí: pues yo le he colgado a ese paquete unas banderillas, cascabeles, bocinas e intermitentes, para que ahora todos sepan de verdad qué hay dentro. (…) El paquete es pesado. El hombre tiene que empujar, apretar y arrastrar con todas sus fuerzas. El agua debería hacer finalmente su labor de descomposición en el paquete, o puede hacer lo que le venga en gana, por mí como si sólo quiere devorar; a este hombre de aquí en el fondo también le da igual. Creo que su comportamiento es hasta tal punto intrépido, que parece que quisiera, que deseara que: ¡Este paquete debe ser encontrado lo antes posible! Y entonces ¿por qué lo esconde? (…) El paquete podría seguir estando allí dentro de tres años. No sería por culpa nuestra. ¿Por qué entonces el hombre no sonríe con alegría anticipada? Al fin y al cabo, en el interior de ese plástico, lo digo aunque sea completamente superfluo subrayarlo, hay un bonito pedazo de cuerpo, de una mujer. Un segundo, voy a comprobarlo otra vez, sí señor, un hombre no es, es exactamente lo que me había imaginado. Una mujer. 

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¿Por qué son tan guapos los niños? Porque son lo que siempre fueron, sólo que antes no sabían que se pueden hacer guapos a sí mismos, creían que la belleza no es algo que se hace, sino algo que se recibe de la naturaleza. Eso sería genial, que viniese aquí y para que hiciese su trabajo en nosotros. Pero no lo hace. No es raro que sus rocas nos reduzcan a escombros cuando le planteamos semejantes cuestiones irresolubles: hacer seres humanos y encima hacerlos guapos. ¿No es cierto que todos los demás tienen que pasar por la perfumería? ¿Por qué nos arreglamos entonces? En la droguería de cualquier ciudad pequeña encontrarán ustedes más belleza de la que una estrella de cine pueda utilizar en toda una vida. La naturaleza lucha para que no se note el desgaste, pero no puede convertirse siempre en el engaste de un anillo de diamantes de por lo menos medio quilate.

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