LITERATURA / Greil Marcus

GREIL MARCUS
Mystery Train



La obra de Greil Marcus es quizás la mayor reivindicación de la cultura popular jamás escrita. Sus textos sobre Rock se encuentran entre los más influyentes y brillantes de la literatura ensayista. Con "Mystery Train", y en palabras de Bruce Springsteen, "se acerca tanto al corazón y al alma de América y la música americana como el mejor Rock & Roll".

(...) cómo la mayoría de los buenos grupos que se formaron en esos años, los Hawks era un jukebox ambulante que solo tocaba éxitos ajenos, y ya hacía unos años que el jukebox había pasado de moda. En Hamburgo, los Beatles actuaban cinco veces por noche y John Lennon vociferaba "Dizzy Miss Lizzy" con una tapa de retrete colgada del cuello; Van Morrison y los Monarch vendían sus imitaciones de Ray Charles en Alemania a los soldados americanos que añoraban su país; los Rolling Stones pasaban noches en vela tratando de comprender cómo Sonny Boy hacía sonar su armónica; Elvis se divertía en Acapulco; y Creedence Clearwater, que se hacían llamar Blue Velvets, recorrían arriba y abajo la carretera de Sacramento a San José, enfrentándose al grupo de Peter Wheat y los Breadmen mientras John Fogerty garabateaba las fantasías del bayou que le permitían escapar del mundo que odiaba. A principios de los años setenta, el rock and roll se hallaba en un compás de espera. 
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Mientras duró, Sun fue un espacio de libertad, un lugar donde arriesgarse. La música producida por Sun era impresionante, divertida, desbordante de ritmo y colmada de exuberancia, determinación y urgencia, llena de consciente novedad y de experimentación. La mayoría de los primeros estilos de rock and roll eran variaciones de formas negras desarrolladas antes de que el público blanco se interesara por ellas y forzara la adaptación de estas. (...)
Por aquellos tiempos conocía a algunos chavales del campo que capturaban el espíritu de la música con tanto acierto como cualquier disco de 45 rpm: chavales de granjas, altos, delgados, fuertes y joviales. Me mostraron a escondidas mi primera foto de Little Richard, pateaban descalzos mapaches hasta matarlos, robaban ovejas, perseguían a las indias entre los matorrales y el sábado por la noche iban a la ciudad para ver los combates a navajazos. Era fácil adoptarlos como ídolos; una noche se emborracharon, circularon con su coche sobre las vías del tren y acabaron descuartizados.  

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