LITERATURA / Gabriel García Márquez
GABRIEL GARCÍA MÁRQUEZ
Crónica De Una Muerte Anunciada
Nada más empezar "Crónica de una muerte anunciada", ya sabemos cómo acaba: con la muerte de Santiago Nasar. De las muchas obras maestras que ha firmado Gabriel García Márquez a lo largo de su vida, esta está entre mis favoritas. El tiempo cíclico se ve descompuesto en poco más de cien páginas que se devoran de una sentada. Imprescindible.
- Anda, niña -le dijo temblando de rabia-: dinos quién fue.
Ella se demoró apenas el tiempo necesario para decir el nombre. Lo buscó en las tinieblas, lo encontró a primera vista entre los tantos y tantos nombres confundibles de este mundo y del otro, y lo dejó clavado en la pared con su dardo certero, como a una mariposa sin albedrío cuya sentencia estaba escrita desde siempre.
-Santiago Nasar -dijo.
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María Alejandrina Cervantes, de quien decíamos que sólo había de dormir una vez para morir, fue la mujer más elegante y la más tierna que conocí jamás, y la más servicial en la cama, pero también la más severa. Había nacido y crecido aquí, y aquí vivía, en una casa de puertas abiertas con varios cuartos de alquiler y un enorme patio de baile con calabazos de luz comprados en los bazares chinos de Paramaribo. Fue ella quien arrasó con la virginidad de mi generación. Nos enseñó mucho más de lo que debíamos aprender, pero nos enseñó sobre todo que ningún lugar de la vida es más triste que una cama vacía.
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"Era como estar despierto dos veces". Esa frase me hizo pensar que lo más insoportable para ellos en el calabozo debió haber sido la lucidez.
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