LITERATURA / Paul Auster
PAUL AUSTER
Tombuctú
«Viajar a tus recuerdos es buscar pelea», dice Toteking, leyenda viva del rap español, y lector voraz. El azar quiso que Enrique Vila-Matas (quién además firma el prólogo) se cruzase en su camino, lo que allanó el camino para que Tote publicase este libro en el que se confiesa, invitándonos a entrar en su mundo interior, en ese "Búnker" en el que puede gritarle a todo lo que odia en la vida.
Sabe
Dios cuánta droga ingirió aquel muchacho en los dos años y medio que pasó en
Morningside Heights. Willy fumó, esnifó o se pinchó en las venos todas las
sustancias ilegales habidas y por haber. Bien está andar por ahí pretendiendo
ser la reencarnación de François Villon, pero si un muchacho inestable se mete
en el cuerpo mejunjes tóxicos en cantidad suficiente para llenar todo un
vertedero de los prados de Jersey, seguro que la química de su organismo se
altera para siempre. (…) Cuando su compañero de habitación se lo encontró
completamente desnudo en el suelo –entonando números de teléfono de la guía de
Manhattan y comiéndose un tazó de sus propios excrementos-, la carrera
académica del futuro amo de Míster Bones llegó a su brusca y definitiva
conclusión.
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Como
prueba te ofrezco el retorno del acondicionador capital O’Dell. (…) Mi madre me
lo daba en el pelo cuando yo era pequeño, una simple criaturita. Lo vendían en
las peluquerías del barrio en un frasco de cristal transparente así de grande.
Tenía el pitorro negro, me parece, y en la etiqueta había una foto de un niño
que sonreís como un idiota. La imagen idealizada de un verdadero cretino con el
pelo perfectamente acicalado. (…) Aún puedo oír el gluglú del pringue al salir
del frasco. Era un líquido blancuzco, translúcido, pegajoso al tacto. Una
especia de esperma aguado, supongo, pero ¿quién sabía esas cosas entonces?
Probablemente lo fabricaban con adolescentes contratados para que se hicieran
pajas en unas cubas. Así se hacen las fortunas en nuestro gran país. A un
centavo la producción, a un dólar la venta, calcula lo demás.
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Porque
lo cierto es, amigo mío, que los perros pueden leer. ¿Por qué pondrían si no
esos letreros a la puerta de las oficinas de correos? NO SE ADMITEN PERROS
SALVO LAZARILLOS. ¿Entiendes lo que quiero decir? El hombre que va con el perro
no ve, así que ¿cómo lee el letrero? Y si él no puede leerlo, ¿Quién queda? Eso
es lo que hacen en las escuelas de perros lazarillos. Sólo que no lo dicen. Lo
ocultan, y ahora es uno de los tres o cuatro secretos mejor guardados de Norteamérica.
¿Perros tan listos como los hombres? Una afirmación blasfema. Habría revueltas
en las calles, quemarían la Casa Blanca, reinaría el caos. En tres meses, los
perros reclamarían su independencia. Se convocarían delegaciones, se
entablarían negociaciones y acabarían arreglando el asunto cediendo Nebraska,
Dakota del Sur y la mitad de Kansas.
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