LITERATURA / Toteking
TOTEKING
Búnker
«Viajar a tus recuerdos es buscar pelea», dice Toteking, leyenda viva del rap español, y lector voraz. El azar quiso que Enrique Vila-Matas (quién además firma el prólogo) se cruzase en su camino, lo que allanó el camino para que Tote publicase este libro en el que se confiesa, invitándonos a entrar en su mundo interior, en ese "Búnker" en el que puede gritarle a todo lo que odia en la vida.
Odios mi rostro arrugado y mis pómulos descolgados. Odio el pelo de mi cabeza y de mi barba ambos blancos como la nieve, que camuflo tintando con una crema colorante, una pasta blancuzca que compro en el Supersol por cuatro euros y que apesta a amoniaco. Cuando me la aplico me arde la cara. mis amigos dicen que deje de hacerlo, que las canas molas, y yo les contesto que molarán en la cabeza de Richard Gere o en la de George Clooney, pero en la mía son como ponerla una guinda a un pastel de mierda. No he sabido envejecer.
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Mi vida por entonces era trepar por ese mueble y ascender hacia los libros primero, para bajar hasta los vinilos más tarde y terminar por fin en los cimientos del mobiliario con la botella de anís que encendía mi pecho.
Ojeaba "Trópico de Capricornio" de Henry Miller, en busca de las páginas más guarras y lo soltaba rápido por miedo a que mi madre volviese de la calle y me sorprendiese leyéndolo. (...)
Todavía hoy me asusta la portada del disco "In the Court of the Crimson King" de King Crimson; el diseño de ese vinilo aún reverbera en mi cuerpo con todos sus detalles: Ese rostro dibujado aullando, las fosas nasales que parecían dos túneles de montaña, la boca abierta en un gesto de horror y la campanilla al fondo como la guinda de un pastel.
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Estoy en la cama con esta chica que me han presentado hoy. No tengo ni idea de quién es, qué cosas le gustan o cuáles son sus aficiones; sé que hemos llegado hasta aquí por despecho: acaba de dejarlo con su novio, está muy afectada y piensa cobráselo todo conmigo en este viejo piso de estudiantes. Ella tampoco sabe quién soy; solo le dijo a mi amigo José que había roto con su pareja y que le apetecía follar con alguien para desquitarse. "Te recojo a las siete en tu facultad. Hoy copulas", me dijo José por mensaje. (...) y ahora mismo estoy haciendo el misionero dentro de una mujer impresionante a la que por mi timidez jamás hubiera sido capaz de darle ni los buenos días. Me cuesta concentrarme, no conozco este cuerpo; de fondo oigo gemidos y risotadas que traspasan el tabique: son José y su novia en la habitación de al lado. Cambiamos de postura, busco mis trucos, mis atajos, pero no los encuentro; en un momento dado la chic ame mira a los ojos y comienza a decir: "córrete, córrete, córrete, córrete". La invitación, más que excitarme, me sugestiona, y al pronunciar esta misma palabra otras diez o doce veces noto que pierde su sentido y que ya no comprendo su significado. Me invade una risa incontrolable (...) y nuestros cuerpos se apagan como sí nos hubieran vaciado un extintor encima.
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A veces alguien te explica de qué está hecha la vida, y entonces constatas que aunque tenías casi todos los ingredientes de su receta, los mezclabas en un orden y una proporción incorrectos. Entonces llega ese Jean-Baptiste Grenouille del filme "El perfume" e, intuitivamente, combina estos ingredientes delante de nuestras narices con la facilidad con la que Calígula ordenaba una ejecución.
Puede que la clave de nuestros tiempos resida ahí, en saber dosificar correctamente la idiotez de la que somos capaces.
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