LITERATURA / Emily Brontë
EMILY BRONTË
Cumbres borrascosas
Ellis Bell escribió una única novela y bajo un seudónimo (Emily Brontë). ¡Pero qué novela! Publicada en 1847, "Cumbres borrascosas" se convirtió, con el paso de los años, en un clásico de la literatura inglesa. Llevada al éxito a la gran pantalla en 1939 por William Wyler, esta obra en su día rompió los esquemas habituales, con una estructura atípica para la época. Como atípico era que una historia de amor estuviese protagonizada por anti-héroes, personajes oscuros, llenos de rabia y de sed de venganza. Cuesta entrar en el libro, aunque a medida que vas pasando las páginas te olvidas de en qué año ha sido escrito, de si ha podido envejecer mejor o peor, y te atrapa, y cuando lo terminas, acabas por comprender el porqué está considerado un clásico.
Mi amor a Linton es como las hojas de los árboles, y bien sé que cambiará con el tiempo; pero mi cariño a Heathcliff es como son las rocas de debajo de la tierra, que permanecen eternamente iguales sin cambiar jamás. Es un afecto del que no puedo prescindir. ¡Elena, yo soy Heathcliff! Le tengo constantemente en mi pensamiento, aunque no siempre como una cosa agradable. Tampoco yo me agrado siempre a mí misma. No hables más de separarnos, porque es imposible…
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Devolví el brindis con una inclinación de cabeza, comprendiendo que sería absurdo seguir enfurruñado por los desmanes de una jauría de perros de mala ralea. Además no me hacía gracia proporcionar a aquel hombre más diversión a costa mía, ya que de tal manera había variado su humor. Al propio tiempo él, considerando tal vez que era una locura ofender a un buen inquilino, aminoró un tanto su lacónica forma de rebanar pronombres y verbos auxiliares y dio comienzo a lo que supuso sería un tema interesante para mí: un discurso sobre las ventajas de mi actual lugar de retiro.
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¡Muchacho, en qué poco te consideras! Ven, acércate al espejo y te enseñaré lo que debes desear. ¿Ves esas dos rayas entre tus ojos? ¿Y esas cejas espesas, que, en lugar de arquearse suavemente, se hunden en el centro? ¿Y esos dos diablos negros sepultados tan hondo que, en lugar de abrir sus ventanas de par en par, acechan centelleando por debajo como espías endemoniados? Procura aprender a suavizar esas torvas arrugas, a levantar los párpados con franqueza y a transformar los diablos en ángeles confiados e inocentes, libres de sospechas, de dudas, de recelos, viendo amigos en todas partes. No te acostumbres a ese aspecto de perro guardián con aire de saber que las patadas que recibe son merecidas y que sin embargo odia al mundo entero, igual que al que le pega, por lo que sufre.
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- Disfruto viéndole así -dijo, como pensando en voz alta-. Ha culminado mis esperanzas. Si hubiese nacido tonto, mi alegría sería menor. (...) Le he envilecido más de prisa aún de lo que su maldito padre hizo conmigo, y le he hecho caer más bajo, pues él se vanagloria de su propia brutalidad. He conseguido que desprecie, por necio y débil, todo lo que no es puramente animal. ¿No te parece que Hindley estaría orgulloso de su hijo si pudiese verle= Casi tanto como yo del mío. Pero hay esta diferencia: aquél es oro, que hace oficio de empedrado, y éste, latón pulido para remendar una vajilla de plata. Nada posee el mío de valioso, pero tendré el mérito de hacer que rinda todo lo que pueda tan pobre metal.
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