BASADO EN HECHOS REALES / Mi Reina Cohete


Basado en hechos reales. O no. Porque muchas veces la imaginación hace el resto y probamos con una realidad paralela, por el "y que pasaría si...". Situaciones cotidianas que se cruzan con la ficción. 


MI REINA COHETE

Con el DESEO de los que llevan esperando un momento así durante 10 largos años. Así se miraron en cuanto el destino les brindó la oportunidad de quedarse solos frente a frente.

Se estudiaron, intentando descifrar sus intenciones. Se acercaron, casi de puntillas, moviéndose a cámara lenta, atrasando un cruce que ya era inevitable.
Los labios de él rozaron los de ella, inseguros, vacilantes, y en cuestión de segundos, ambos decidieron guardar las formas en los bolsillos y se liberaron en un frenesí infinito.

Sus lenguas jugaban como lo hacen las serpientes en pleno acto sexual, entrelazándose en movimientos imposibles. Sus bocas, hambrientas, se devoraban sin piedad como si se fueran a comerse trocito a trocito. Sus cuerpos se acercaron, calentando la sangre que fluía en aquel reguero de pasión.

Con viento a favor, la arrinconó con violencia contra la pared más cercana, mientras se sucedían los besos a quemarropa, furtivos e imparables.
Ella se dejó hacer, primero intimidada, luego animada por el invite de este y sus sexos se encontraron, palpitando en un galope extenuante, recordando los nervios de aquella (ya lejana) primera vez, como aquellos dos adolescentes que pronto dejarían de serlo.

Las manos de uno exploraron el cuerpo del otro, conociéndose, en una búsqueda constante de esas sensaciones que tantas veces se habían imaginado. Y tal cual empezaron, lo dejaron, evitando caer en el precipicio del amor.

Un beso frágil y seco (gran incógnita) supuso el final, aunque sólo significara un punto y aparte sin probable continuación.
Y tras él, otra mirada, aunque ahora aquellos ojos que otrora parecían indomables, dejaban entrever una tenue sensación de un cariño escondido en algún rincón muy profundo, un cariño que arrancó por completo todas aquellas defensas que se pusieron antaño. Aquellos grandes ojos abiertos de par en par, como gatos en la noche, la mirada de dos grandes amigos para los que ya nada sería como antes. 



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