BASADO EN HECHOS REALES / Persuasión


Basado en hechos reales. O no. Porque muchas veces la imaginación hace el resto y probamos con una realidad paralela, por el "y que pasaría si...". Situaciones cotidianas que se cruzan con la ficción. 

PERSUASIÓN

Aunque estemos a mediados de marzo y la arena mojada pueda llegar a congelarte las plantas de los pies, siempre es agradable descalzarse y caminar por una playa cualquiera. El espumón que ruge ferozmente a 100 metros de la orilla se va desvaneciendo a medida que se acerca a esta, quedándose tan solo en una fina capa aguada, transparente e inofensiva, que dibuja un perfil efímero en la orilla a modo de esquela.

A lo lejos, una silueta se contonea intentado evitar se alcanzada por las olas, escapando de ellas cual jovenzuela cuando estas rompen y hacen un último esfuerzo por finalizar el viaje de su vida con toda la dignidad posible.
La mayoría de las veces se toma en serio la empresa y solventa el ejercicio con éxito y plasticidad en sus movimientos, celebrando de forma expresiva su triunfo; pero a veces mide mal las distancias y es cazada por su exceso de confianza, acabando salpicada de arriba abajo, con la ropa húmeda y con el frío recorriéndole todo el cuerpo, y es en ese momento cuando suelta una carcajada tan poderosa que puede llegar a escucharse a kilómetros de distancia. Sencillamente perfecta. Tanto, que intento inmortalizar el momento con mi cámara, sin mucho éxito, pues su rostro se tensa solo con ver el objetivo apuntándole. Levanto la cámara y me acerco con cautela en señal de paz. “¿Qué pasa?” me pregunta. “Nada” pienso para dentro mientras la contemplo embelesado.

A pesar de su más que evidente sensualidad, su mejor arma es invisible, indetectable a corto plazo. Un arma tan poderosa que consigue vencerte sin tiempo para poder ponerte en guardia: su personalidad. Tan especial, tan natural, tan transparente que te desarma por completo, hasta el punto de cogerle un cariño tan inmenso que sería imposible de describir con palabras.

Ha bajado la guardia (o eso quiere dar a entender) y aprovecho la coyuntura para acercarme aún más, tanto que hasta puedo ver todo el dolor (sin señales de rencor) que hay acumulado en sus ojos, toda esa bondad ilimitada que nadie ha sabido aprovechar, toda esa ternura aún por compartir. “¿Qué pasa?” me vuelve a preguntar, ahora más tensa y nerviosa, notando en el ambiente un peligro que acecha y que le era desconocido. “Nada” le contesto ahora quizás pensando en voz alta.

En ese instante en el que el tiempo tiende a ralentizarse me acuerdo de esa novela de Jane Austen (¿Cómo se llamaba? ¡Ah si! ¡”Persuasión”!) en la que cuenta la historia de 2 personas que casi llegan a enamorarse en su día pero que por culpa del caprichoso destino nunca llegan a buen puerto, pero que gozan de una segunda oportunidad mucho tiempo después siendo un incógnita el desenlace.
Y recuerdo también como me aumentaban las pulsaciones sólo con tenerla cerca, experimentando ahora la misma sensación que entonces, con el corazón galopando a punto de reventarme el pecho, y asumo que no hay cura posible, y que estos impulsos nerviosos me acompañaran siempre que ella este presente.
Envalentonado por la ficción de la novela, y en un arrebato de valor atípico en mí, la abrazo cariñosamente y me pego a ella como una llámpara intentando prolongar la escena.
En esos segundos que transcurren tan lentos (y densos) en el espacio tiempo y que se quedarán grabados a fuego en mi memoria, comenzamos a separarnos, y nuestras mejillas se rozan, y me quedo mirando hacia sus labios, con el deseo irrefrenable y ardiente, conteniendo un impulso definitivo. Y me siento vulnerable, empequeñecido, cobarde, atormentado por los miedos de la adolescencia, por las primeras veces que vuelven a aflorar, y veo inútil dar un paso más allá.

“¿Qué te pasa?” me pregunta atónita mientras dibuja una sonrisa resplandeciente. El léxico me abandona de repente y soy incapaz de pronunciar palabra así que le devuelvo como buenamente puedo una sonrisa mientras pienso que el mundo es un lugar mejor simplemente cuando sonríe. Me conformaré con eso. 


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